PLEGARIA
Alabado
sea el Señor,
que sabe por qué sucede lo que sucede,
por qué no ocurre lo que no ocurre,
por qué decide lo que decide,
por qué no hace lo que debiera.
Alabado sea el Señor,
que sabe por qué decide lo que no ocurre,
por qué sucede lo que no sabe,
por qué no sabe lo que no hace,
por qué nos debe lo que sucede.
que sabe por qué sucede lo que sucede,
por qué no ocurre lo que no ocurre,
por qué decide lo que decide,
por qué no hace lo que debiera.
Alabado sea el Señor,
que sabe por qué decide lo que no ocurre,
por qué sucede lo que no sabe,
por qué no sabe lo que no hace,
por qué nos debe lo que sucede.
¿QUIÉN?
¿Quién
habita la casa que habité:
quién toca las maderas que toqué,
quién ve los resplandores que yo vi,
quién vive las penumbras que viví,
quién sueña en la ventana en que soñé,
quién llora en la escalera en que lloré,
quién abre los batientes que yo abri,
quién ríe en el pasillo en que reí,
quién cabalga en los hombros de mi sombra,
quién habla, grita, llama y no me nombra,
quién mis brazos desplaza con sus brazos,
quién llena mi silueta sin saberlo,
quién anda hacia su muerta y, sin quererlo,
ocupa con sus pies mis viejos pasos?
quién toca las maderas que toqué,
quién ve los resplandores que yo vi,
quién vive las penumbras que viví,
quién sueña en la ventana en que soñé,
quién llora en la escalera en que lloré,
quién abre los batientes que yo abri,
quién ríe en el pasillo en que reí,
quién cabalga en los hombros de mi sombra,
quién habla, grita, llama y no me nombra,
quién mis brazos desplaza con sus brazos,
quién llena mi silueta sin saberlo,
quién anda hacia su muerta y, sin quererlo,
ocupa con sus pies mis viejos pasos?
BALADA
No
te vayas
Acércate
a mi alma
Es
muy temprano
Asístela
con tu frescura
con
tu caudalosa alegría
Ahora
suelta
es
una abeja de fuego
Caerá
lo
veo
caerá
en
el agua negra
de
tus ojos.
TE
ESCRIBO A LA VIEJA DIRECCIÓN
A
mi madre
Te
sigo escribiendo y tus cartas no regresan.
¿Querrá
esto decir que están dando en el blanco?
Ninguna
me han devuelto con el cuño Fallecida
o
Cambió de domicilio.
Yo
te escribo
las
cartas que nunca te escribí cuando sabía
dónde
estabas esperando.
No
sé dónde pueda estar esa mirada tuya
que
ahora más que nunca apetecen mis palabras,
pero
te escribo a la vieja dirección,
allí
donde había humedad en las paredes,
y
un cofre para las memorias,
y
un espejo para los silencios,
y
una puerta para tus adioses
y
mis regresos.
Te
escribiré todos los días que me faltan
-que son todos los días que me sobran-
-que son todos los días que me sobran-
contándote esta
vida que segrego entre papeles
como un caracol su
baba entre las piedras.
Te seguiré
escribiendo como nunca antes lo hice,
cuando pensaba que
la muerte no te conocía.
Gracias por traer como nuevo a esta joya de la poética cubana, es un placer leer a este compatriota, una de las tantas semillas dispersas por otros campos, proliferando en otras frutas.
ResponderEliminarMe atrevo a decir y dije que Manuel Díaz Martínez pertenece a la gran literatura, a esa poesía repleta de una exquisita sensibilidad.
ResponderEliminarUna poesía que nos pone en el camino de la poesía que soñamos...
blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Tienen razón Juan Calero y Rosario: estamos ante un grandísimo poeta, con la suerte de que viva en Canarias
ResponderEliminarTienen razón Juan y Rosario: un grandísimo poeta, y por suerte vive en las islas
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