lunes, 18 de febrero de 2013

Publicar en Canarias, un hecho conflictivo


Nicolás Melini 
En Canarias se ha generado un sistema editorial propio, distinto del que se posiciona jerárquicamente en torno a los principales suplementos de los periódicos nacionales. Se puede estar dando que, mientras los suplementos nacionales dedican espacio a escritores sin apenas obra o con obras de mediana calidad (hay ejemplos de reportaje de nueva hornada muy curiosos), en Canarias haya autores publicando un libro tras otro sin obtener la menor atención de esos suplementos. Se supone que para corregir posibles injusticias está la crítica, que debe leer por encima de intereses de mercado, pero los que deciden qué se critica, normalmente, son los directores de los suplementos, que están más pendientes de las principales editoriales, que para eso son principales (y sus aciertos les cuesta) y para eso contratan publicidad. Esto es algo que les puede decir cualquier crítico, algunos de ellos no están nada contentos con la situación, y a otros les viene muy bien en según qué ocasiones para no tener que asumir la responsabilidad que supondría estar obligados a ver un poco más allá de esas editoriales que cuentan para los directores de los suplementos. Recuerdo un encuentro entre varios críticos y varios novelistas en la sede del Instituto Cervantes en Madrid –entre ellos Fernando Valls, Ricardo Menéndez Salmón, José María Pozuelo-Yvancos, Alfons Cervera e Isaac Rosa—, y los críticos fueron muy elocuentes en este sentido. Lástima que la crítica no esté habilitada para abarcar, con todas las consecuencias, los aledaños del mercado.  
Las conclusiones para los autores de las islas son de Perogrullo: buscar como locos publicar en una de esas editoriales principales (aunque parezca mentira, muchos se lo plantean, pero pocos se mueven en esa dirección, por muy de Perogrullo que sea), o publicar en editoriales canarias sin la menor esperanza de que la crítica se despiste por allí (de nada sirven lamentaciones y reivindicaciones). Recordemos que José María Millares Sall recibió póstumamente el Premio Nacional de Poesía gracias a que su último libro salió en Calambur, una editorial de Madrid, cuando llevaba décadas publicando su obra en Canarias. 26 libros. Lo peor es que algunos de por aquí, del centro editorial del país, en su ceguera por pertenecer a ese centro, aún se permitirán denostar y desdeñar a aquellos que se encuentren un pelín “lejos” de donde ellos, en el extra radio de los anillos concéntricos que mentalmente se hayan dibujado entorno a los suplementos y las editoriales que cuentan. Legitimidades que no se dirimen dentro de las obras, mal asunto...
Por otro lado, es extraño que las principales editoriales de las islas (con la excepción de Baile del sol) editen libros solo para las islas, eso no parece que tenga mucho sentido, publicar para un puñado de puntos de venta. Lo peor de esto es que los libros interesantes que se publican en Canarias quedan sepultados por montañas de libros absolutamente prescindibles, editados sin la menor esperanza de competir en mesa de novedad alguna. Clama que fuese impensable que los editores de las islas pudieran obtener el Premio Nacional de Poesía para José María Millares Sall, pues si lo mereció por el libro de Calambur, seguro que lo hubiese merecido por alguno de los anteriores. No parece que en Canarias, los editores (los escritores tampoco) suelan preocuparse de enviar ejemplares a los críticos y escritores prescriptores del ámbito nacional; si lo hicieran, tal vez, a pesar del estrecho funcionamiento de los suplementos, alguno se colaría de vez en cuando. También hay quien objeta que publicar en Canarias es tan fácil que resulta un entorno muy poco exigente: habría tal cantidad de escritores de todo pelaje publicando que, incluso algunos que sí podrían tener capacidad para llevar a cabo una obra merecedora de atención, no se plantean esta con la suficiente exigencia (ojo con eso). El problema es, por supuesto, editorial, son las editoriales las que tienen la potestad de decidir qué se publica y qué no. No cumplir responsablemente con esa necesaria combinación de poder, derecho y obligación, sea por la razón que sea, supone ya de por sí una fuerte perversión de su sentido. Algunos editores independientes peninsulares, aun en dificultades, afirman que hacer solo 100 o 300 ejemplares de un libro  no es editar –no sería editar fabricar un número de ejemplares insuficiente, con el que difícilmente se podría poner en circulación un libro—, y es eso lo que están haciendo los editores de Canarias, básicamente, con la idea de vender esos pocos ejemplares, al menudeo, entre familiares, amigos del autor y poco más. También tienen la mayoría de los editores de las islas la fea costumbre de publicar solo a autores de las islas, cuando lo mejor que podría pasarle a los autores de las islas es que sus editores organizaran un buen catálogo, esto es, que interese más allá de las fronteras de las islas, y atraiga a los mejores escritores del exterior, también.
Si todo sigue así, y los editores canarios no se ponen de verdad las pilas, nos encontraremos con que los autores canarios que atisben alguna posibilidad iniciarán el camino de la emigración editorial, porque aquello es insostenible, y veremos que desembarcan en editoriales de Madrid y Barcelona unos cuantos autores muy poco conocidos y, sin embargo, con muchos libros a sus espaldas –como si tuvieran que empezar de nuevo.
[Algunos narradores nacidos en los 60 y 70 para tener en cuenta en el caso de un posible desembarco: Bruno Mesa, Santiago Gil, Alexis Ravelo, Anelio Rodríguez Concepción, JRamallo y Javier Hernández Velázquez] [Algunos narradores que ya se encuentran en editoriales peninsulares: Víctor Álamo de la Rosa (Tropo), José Correa (Alba), Víctor Conde (Minotauro)  
Tomado del blog       sugherir.blogspot.com,    de Nicolás Melini

1 comentario:

  1. Mucha razón lleva Nicolás, pero las editoriales, en muchas ocasiones, solo han pensado en el puro negocio. Ahora es una situación muy complicada para publicar pero con el mundo digital se abren muchas puertas que hay que aprovechar.

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