Una
de las mayores frustraciones que se pueden padecer es estudiar una carrera
universitaria, apuntarse a varios másters, hacer pinitos con algún idioma y
luego dedicarse a poner currículums para dependientes en El Corte Inglés.
Cuando la gente joven obtiene, al fin, su primer trabajo se da cuenta de que el
esfuerzo anterior no le ha servido gran cosa. Algunos han tenido que
arriesgarse a fundar su propia empresa, sorteando los mil impedimentos
burocráticos; otros se han colocado en una cafetería, una tienda de ropa o algo
parecido. Además, hay otras circunstancias desfavorables. Los incrementos de
las tasas han disparado el coste de los másters. Y los que quieren aprender un
idioma se dan cuenta de que los centros especializados están saturados.
Salir
al extranjero para encontrar un minitrabajo que ayude a sobrevivir, con la
esperanza de que algún día hallarán una ocupación acorde con su formación,
requiere mucha suerte. Ser licenciado en Historia o en Derecho o en
Arquitectura es deprimente; en cambio los profesionales de la salud, médicos y
enfermeros, pueden colocarse con facilidad en el extranjero. ¿Y para qué sirve
un periodista en la sociedad actual? Aquella profesión que gozó de prestigio y
hasta de influencia hace ya décadas se ha visto condenada al ostracismo. La
caída brutal del empleo hace que ya no queden gabinetes de prensa ni siquiera
en los ayuntamientos más alejados, las televisiones y las radios se están
viendo sometidas a reducciones drásticas de plantilla. Incluso las carreras que
han estado de moda hasta hace poco, psicología por ejemplo, están ya tan
colapsadas que ni siquiera poniendo un psicólogo en cada familia habría una
ocupación adecuada.
Frente
a este panorama, hay titulaciones que están mejor situadas: las carreras
técnicas y sobre todo la informática permite que algunos de los recién
titulados se arriesguen a fundar su propia empresa. ¿Las soluciones? Cuando se
suceden los gobiernos incapaces de resolver cuestiones sociales tan básicas nos
damos cuenta de que gana la partitocracia, los aparatos estatales ya no sirven.
La enseñanza está mal orientada y las iniciativas del gobierno para resolver
estas cosas escasean. Faltan créditos y estímulos a los jóvenes para que puedan
emprender, para que puedan hallar soluciones. Ilustración: plantada de maletas de jóvenes en paro, en Barcelona
Un tema grave para jóvenes y menos jóvenes que sienten en sus vidas esa sensación de inutilidad
ResponderEliminarUna injusticia que cada día augura una recuperación que no llega.
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