José M. Balbuena
La
mayoría de los que forman en España las nuevas generaciones de ciudadanos del
país, nacidos después de la muerte del dictador Franco, no conocen la
existencia de dos de los órganos represores que tuvo la dictadura, es decir el
Tribunal de Orden Público, (TOP) fundado
en 1963, o la temida y famosa Brigada de Investigación Político Social (también
llamada la Secreta ) que iba a la caza de rojos, masones,
socialistas, revolucionarios, o de todo aquel que no comulgara con las ideas y
directrices fascistas. El precedente de la Secreta se creó en 1938, pero oficialmente fue
creada la brigada en 1941. También hubo un Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el
Comunismo. El TOP tenía como misión la represión de las conductas que bajo ese
régimen dictatorial eran consideradas “delitos políticos”. Estuvo funcionando
hasta 1977.
Se
sigue pensando que esos hechos ocurrieron entre 1936 y 1939, años en los que
transcurrió la guerra civil, y como consecuencia de ese conflicto fratricida,
donde se esperan (como en todas las guerras) las mayores atrocidades, muertes y crímenes. No fue así. Después que el
sublevado Franco ganara la guerra, continuaron la represión, el revanchismo,
las torturas, adictos al régimen la intolerancia, los fusilamientos, los
asesinatos, y hubo también una policía paralela, formada por fanáticos adictos
al régimen, y especialmente por falangistas, que operaban por su cuenta y con
toda impunidad. Y todo esto se prolongó hasta 1975, cuando murió el dictador,
que un
año antes mandó fusilar a Salvador Puig Antich, de 26 años, miembro del
Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), que había sido juzgado por un tribunal
militar. Curiosamente su padre había sido condenado a muerte, al regresar de su
exilio de Francia, pero fue indultado en el último momento.
Por
lo tanto, aún tenemos vivas a personas que formaron parte del terrible Tribunal
de Orden Público, o que pertenecieron a
la llamada Brigada Político Social y cuerpos represivos del Estado. Y
aunque muchos, por el paso del tiempo, han muerto ya, otros continúan ahí, e
incluso han ocupado, y ocupan, altos
cargos policiales, o en el Tribunal Supremo o en magistratura española, en
general, después de llegar la democracia. No les extrañe pues, que no entendamos
a veces ciertas actuaciones de lo que denominamos justicia, que creemos que
pertenece, o debería pertenecer, a una
democracia, o el comportamiento de
cierta policía que actúa y reprime indiscriminadamente.
Todo
esto forma parte de la historia negra de este país. Y de la trama que no quiere desvelar lo que se
denomina “memoria histórica”, y que
impide a los miles de perjudicados españoles, que todavía están vivos y pueden
contarlo, o de los familiares de las víctimas, fusilados, represaliados o
exiliados (para huir de la represión)
obtengan, no venganza sino Justicia. De aquellos que quieren saber donde
están enterrados sus muertos, para homenajearlos y enterrarlos dignamente.
Hoy
hablamos sin tapujos, y casi erigiéndonos en jueces de lo que ocurre en
dictaduras lejanas, o no tanto, donde ocurren hechos reñidos con el respeto a
los derechos humanos, pero no nos ocupamos de lavar esa etapa negra y larga de
la historia de España.
En
Canarias tuvimos también nuestras historias de represiones, fusilamientos y
desapariciones por las Brigadas del Amanecer y por otros métodos que se
consideraban puras venganzas o enfrentamientos políticos. Ahí están la Sima de Jinámar que guarda
los secretos de muchos de los que fueron arrojados allí. O si no, la figura del mítico Juan García, llamado el
Corredera, un hombre de Telde que condenado a garrote vil el 19 de octubre de
1958. Era considerado opositor al
régimen franquista y su odisea se inicia cuando se opuso a luchar en el
bando del general. Pudo vivir clandestinamente durante un tiempo, e incluso
trabajó en las fábricas de conserva de Lloret y Llinares, ubicadas en El
Rincón, (Las Palmas), hasta que un
concejal de la ciudad de los faycanes lo denunció.
Otro
hecho luctuoso que se produjo en Canarias y que causó una gran indignación fue
la muerte, por disparos de las fuerzas represivas, del estudiante de Biología,
Javier Fernández Quesada, nacido en Las Palmas, de Gran Canaria, cuando, junto
con otros estudiantes, se manifestaba en apoyo de una huelga general, que, por
supuesto, el régimen represor no toleraba. El hecho ocurrió el 12 de diciembre
de 1977, en La Laguna.
Y
podríamos contar miles de historias que quienes fueron encarcelados y
torturados en Fyffes, unos almacenes de plátanos de Santa Cruz Tenerife, cercanos a la actual refinería de
petróleo; o en el Lazareto de Gando, o los que fueron encerrados en el Colegio
Antúnez de Las Palmas de Gran Canaria. O la vida de Manuel Hernández Quintero,
el que fuera alcalde de Firgas, que tuvo que refugiarse en El Hierro, su isla natal, donde permaneció
siete años escondido, sorteando a falangistas que querían detenerlo para
fusilarlo. La salvó la generosidad y
solidaridad del pueblo herreño. Su esposa, Juana Casañas Quintero, escribió el
libro titulado “Historia de Manuel el Huido”, donde cuenta todas las peripecias
de este hombre, que al final se entregó, pero tuvo que pasar algún tiempo en
Fyffes. indultado por el capitán general
García Escámez.
Tiene
que haber una condena general de los que hoy tuvieron intervención en la
dictadura, siguen ocupando cargos y se declaran demócratas. Tiene que haber
Justicia para que queden tranquilos los que aún sufren los horrores de aquella
dictadura, y un recuerdo emocionado para los que tanto padecieron. Sin
venganza, ni rencor.
Decía Franco que él sólo era responsable ante Dios y ante la Historia. No sé cómo le habrá ido con Dios, pero ya vemos como le va con la Historia. Y eso que la Historia todavía no dice todo lo que sabe.
ResponderEliminarTambién se dice que el pueblo que no recuerda su historia, corre el peligro de volver a repetirla. Así que no perdamos la memoria. Sin venganza, sin rencor.
Magnífico artículo. Es necesario recordar estas cosas porque hay generaciones que las desconocen y piensan que eso es ciencia-ficción. Y un detallito, que seguramente es una errata: Pones que El Corredera fue ejecutado en 1958, pero, fue un año después, en 1959. Saludos afectuosos.
ResponderEliminarEmilio González Déniz
Amigos: no sé por qué diablos sale Anónimo si el comentario está firmado. En fin: la técnica todavía no es lo mío en esto de los blogs. Gracias a Emilio González Déniz, yo también leo tu blog y me parece interesante. Gracias a Anónimo porque en efecto las nuevas generaciones están tan desinformadas que se les pasa por alto lo que nosotros sufrimos en propia carne.
ResponderEliminarAbrazos.