(El País)

Pero también puede que haya llegado el momento de descansar, no de tu labor como intelectual y escritor —no quiero que pienses que estamos intentando moverte la silla—, sino como cascarrabias. De verdad que en ese sentido ya has hecho mucho, te has convertido en una especie de orfebre del despotrique, en un Grinch erudito (el Grinch es un personaje del Dr. Seuss…, igual no te suena, es literatura menor).
Yo si quieres estoy dispuesto a personarme en tu casa y ofrecerte un abrazo, uno largo (¿podrías aguantar cinco segundos? Bueno, lo vemos sobre la marcha) y que descanses tu gran cabeza —en el sentido metafórico— en mi hombro. Yo te diría: “Ya está Javier, ya está. La gente te idolatra.
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