Hasta ahora la
especie humana ha sorteado las más devastadoras epidemias y persecuciones,
guerras de exterminio, hambrunas, inundaciones, volcanes y tsunamis; de todos
esos desastres hemos conseguido sobrevivir. El ingenio humano ha logrado tales
avances que en ocasiones nos consideramos pequeños dioses: han venido en
nuestro auxilio la penicilina y todos los antibióticos, los progresos médicos y
farmacológicos, las revoluciones industriales, los aviones, los ordenadores e
internet. Sin embargo, hay muchos países donde el hambre y el analfabetismo son
endémicos y la esperanza de vida apenas llega a los 40 años; quedan muchas
guerras y conflictos mantenidos porque a la industria armamentista le interesa
mucho este negocio. Una de cal y otra de arena, una de luz y otra de sombra.
Este proceso pendular nos hace ver que aparentemente quedan atrás los episodios
atroces de nuestra historia: las guerras de religión, el nazismo, la
Inquisición, las cruzadas, el exterminio de las tribus indígenas en América del
Norte y del Sur y en Australia, el tráfico de esclavos que duró hasta anteayer,
etcétera. Pero ya ideamos un futuro perfecto con robots que nos liberen de las
tareas más penosas, y ahora que algunos sueñan con tales avances tecnológicos
que incluso se plantean conseguir la inmortalidad, viene algún aguafiestas a
recordarnos no solo nuestra debilidad como animales cercados por la vejez, la
enfermedad y el exterminio, sino la propia flaqueza del lugar que habitamos en
el cosmos.
En los últimos
tiempos el británico Stephen Hawking ha vuelto a arremeter contra Donald Trump
por la cerrazón de este al no suscribir los pactos internacionales contra el
cambio climático, el efecto Trump vendría a acelerar el final trágico que el
cosmólogo inglés prevé para el mundo en que vivimos. Ignorante y altivo son dos
de los adjetivos –más suaves– que ha utilizado contra el nuevo presidente
norteamericano. Hawking, que es una celebridad mundial con sus opiniones
contundentes sobre muchas cosas, ha dicho de nuevo que la especie humana no
tiene futuro en el planeta Tierra y que habrá que ir a otros espacios para
sobrevivir; como hay un exceso de población se origina una sobreexplotación de
los recursos, por su proceso natural el sol se extinguirá, disminuirá la
gravedad del planeta y la vida será insostenible. Si Trump sigue adelante con
sus planes de primar el consumo de petróleo, nuestro lugar acabará
convirtiéndose en un desolado Venus con altísimas temperaturas, y eso será
antes de lo que estaba previsto. La única salida para la humanidad, insiste,
será la colonización de otros planetas ya que la Tierra tiene sus días
contados.
Hawking se manifestó
desolado tras los resultados del referéndum del Brexit, porque según sus
palabras dejar la Unión Europea será un desastre para la ciencia universal, ya
que en el mundo actual es preciso que los expertos estén unidos tanto para
colaborar en avances como también para protegerse ante peligros que afectan a
toda la humanidad. Además, señaló que el Brexit será nocivo para Gran Bretaña,
para estudiantes y académicos que provienen de otros países y llegan a
universidades británicas, así como también será malo para los propios
profesores y alumnos de su país.
Pues bien, según la
visión apocalíptica de este sabio, estamos al principio de una nueva era, en la
que los humanos están desarrollando la tecnología necesaria para colonizar el
cosmos. En una intervención del festival Starmus, en Noruega, tres astronautas
de la NASA que viajaron a la Luna coincidieron con Hawking en que ha llegado el
momento de ir más allá de la órbita terrestre; el primer paso debe ser volver a
enviar misiones tripuladas a la Luna y probar allí las tecnologías necesarias
para viajar a destinos más lejanos. Pero el momento de mandar gente a Marte
difícilmente ocurrirá antes de 50 años, y explorar otras galaxias para ser
capaces de habitarlas requerirá no décadas sino que habrá que esperar siglos. El
especialista en agujeros negros fundamentó su pesimismo en que “el mundo se
está volviendo demasiado pequeño para nosotros; los recursos físicos se están
explotando a un ritmo alarmante”. Citó la extinción masiva de especies y la
deforestación como pruebas de la acción destructiva de la humanidad. Cuando
hemos tenido crisis similares en el pasado –recordó–, hemos colonizado nuevos
territorios. Pero ya no hay ningún Nuevo Mundo al que extendernos. Nos estamos
quedando sin espacio. Ha llegado la hora de explorar otros sistemas solares.
Todo esto podrá ser
normal para futuras generaciones pero a los que todavía resistimos en la Tierra
nos parece algo difícil de realizar. Existe un cierto optimismo cuando leemos
que hacia el 2050 ya habrá tripulaciones en Marte, porque la vida humana en
aquel lugar plantea muchas exigencias. Ahora Hawking precisa que en un plazo
entre 200 y 500 años se podrían realizar los primeros viajes interestelares,
que serán viajes sin retornos, y que un grupo de pioneros aterrice en un
planeta de otro sistema solar. Hawking explica que el hecho de que no se hayan
encontrado indicios de inteligencia en otros lugares del universo indica que
posiblemente esas civilizaciones florecieron pero ya se han extinguido, como
podría suceder en la Tierra dentro de varias generaciones.
Según la NASA y la
ONU, la CIA y el Pentágono, el futuro de la humanidad está en precario; los
riesgos son numerosos: crisis alimentaria, crisis energética, incremento de la
desigualdad social, desertización creciente, falta de agua, etc. La
convergencia de estos factores generaría el punto cero, la gran catástrofe, el
colapso de la civilización. Hay quienes opinan que, aunque ya no estemos en la
guerra fría, con actitudes como las de Corea del Norte puede surgir una guerra
nuclear, que generaría millones de muertos y provocaría el invierno nuclear, la
contaminación del aire y del agua, las infecciones mortales. La Organización
Mundial de la Salud advierte sobre nuevos virus que resisten a los
antibióticos; el control y la manipulación de la tecnología puede conducirnos a
disponer de robots asesinos, armas letales autónomas. La inteligencia
artificial provoca otro desafío: que se sitúe al margen de las leyes morales y
éticas. ¿Podría desarrollarse la inteligencia artificial al margen de todas las
normas? Estos avances surgen a gran velocidad, dejando a la sociedad sin tiempo
para reaccionar. Por ejemplo, podríamos preguntarnos si algún científico no
estará desarrollando ya la clonación entre humanos. Y así sucesivamente,
podríamos plantearnos otras graves cuestiones que cuestionan nuestro modelo de
civilización.
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