A pesar de que vivimos tiempos de frivolidad y wasapeo, el triunfo de lo efímero y lo instantáneo, hay que volver a los libros. Poco a poco, hemos de ir valorando algunas cosas importantes. Por ejemplo: a los escritores de aquí, escritores casi siempre ahogados por la abulia y el olvido. Agustín Espinosa, el autor de la gran novela Crimen –escrita en 1934, apenas difundida porque fue prohibida hasta después de la muerte de Franco- fue homenajeado a los 70 años de su muerte, pero debería ser homenajeado cuando seamos capaces de leerlo y de quererlo. La suya fue una vida difícil y corta, una vida con poca fortuna, marcada por la guerra civil y las enfermedades. Agustín Espinosa, el grandísimo autor de Lancelot 28º 7º, esa enorme guía emocional de Lanzarote traducida hace poco al alemán con intervención de Félix Hormiga, el escritor y editor lanzaroteño, fue un incomprendido porque su lenguaje era demasiado atrevido en unas islas de cultura rural, con una escasa vivencia cultural. El mejor escritor surrealista español, fruto del producto Tenerife-Gaceta de Arte.
Escritor con la etiqueta de maldito por su atrevimiento, del cual se arrepentiría aliándose con el bando de los vencedores de la guerra civil. Para nosotros Agustín Espinosa fue no sólo el mejor escritor surrealista de Canarias sino que fue el mejor escritor del surrealismo español. Nacido en el Puerto de la Cruz, apenas vivió 42 años. Catedrático de instituto en 1928, le fue retirada la cátedra por estar vinculado al movimiento surrealista de Tenerife y por haber escrito un texto tan desgarrador como Crimen, una novela en la que abundan la sangre y el sexo transgresor, ciertamente no es de fácil lectura para adolescentes pero en cambio sí lo es Lancelot. A nuestro hombre no le valió el hecho de que ya en 1936, viéndolas venir, se hiciera falangista. Tras una operación de estómago mal resuelta muere el 28 de enero de 1939. Para mayor desgracia el Expediente de Depuración que le abrió el franquismo privándole de la cátedra fue resuelto en Vitoria reponiéndolo en su labor. Pero no llegó a ver aquel acontecimiento que le favorecía, ya que llevaba tres meses muerto. Agustín fue un escritor heterodoxo, rebelde, con un lenguaje golpeador. Demasiado raro y vanguardista para Canarias, tan lejana del progreso en aquellos tiempos. La suya fue una escritura lúdica, no complaciente, una escritura que no gusta al poder porque la creación artística que prefiere el poder es la sumisa y contemplativa, la que no cuestiona cosas, la que acaba con final feliz. La pena es que a los escritores canarios ya casi no se les lee en nuestros institutos ni en nuestras universidades, la pena es que a los escritores canarios clásicos se les olvida porque esto resulta más cómodo. Una vergüenza el abandono de las bibliotecas escolares, una pena el desánimo de buena parte del profesorado, algo triste la actitud burocrática de los que se aferran al programa y no son capaces de recomendar la lectura de un autor como éste, de debatir en clase. Ojalá que nuestro pueblo lo conozca y lo valore, pero algún día se llegará al hecho revolucionario de que autores como Pedro García Cabrera, Mercedes Pinto, Tomás Morales, Alonso Quesada, Cairasco y un largo etcétera sean tenidos en cuenta en nuestras aulas, sean leídos sin complejos, sean divulgados como se merecen. Por ahora sólo nos queda la posibilidad de reiterar esta idea: la mejor literatura escrita en las islas tiene dignidad y debe ser conocida.
Una reflexión interesante para no olvidar, para tener en cuenta...
ResponderEliminarY como también reflexionaba Alicia LLarena en uno de sus escritos:
Necesitaría Agustín Espinosa una buena estrategia de difusión, una campaña de prestigio que pueda integrarlo en el canon de la literatura vanguardista no ya canaria...
blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Desgraciadamente me cuento entre los ignorantes totales sobre la obra de Agustín Espinosa, y no puedo culpar al Régimen anterior. La responsabilidad en estos casos suele radicar en uno mismo: comodidad. Gracias, Luis. Adolfo García.
ResponderEliminargracias, Rosario, y Adolfo García, por estar ahí
ResponderEliminarTe agradezco este artículo, Luis. Desde que uno tiene uso de razón, al menos literaria,pues en lo otro nunca es posible llegar a alcanzarla del todo, pues eso de la "razón" es la peor enfermedad de la literatura, no hemos parado de hacerle homenaje a Agustín Espinosa: la "Menstrua Alba", esa revista de los años 80, su título está tomado precisamente de "Crimen". Lo mejor de la poesía es que siempre ha de ser heterodoxa, rebelde incluso contra el lenguaje impuesto. Lo peor de los poetas es que se hacen acomodaticios a fórmulas "entendibles" y esto no le hace ningún favor a la literatura, pues la literatura va más allá de la simple comunicación.
ResponderEliminarEn cuanto a las aulas, ¿para qué contarte otra vez mis cuitas? Sólo te añado que se resiste.
Un abrazo.
Antonio.
¡Muy bueno!, gracias amigo Luis, por tan interesantes apuntes sobre este imprescindible escritor canario. Un buen regalo. Saludos.
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