“Antonio García Ysábal, nacido en Barcelona en 1939 aunque afincado durante años en Canarias, ha fallecido en Madrid a consecuencia de "una cruel y rápida enfermedad", según anunció este el pasado domingo 16 de agosto el también escritor y periodista isleño Luis León Barreto. Diplomado en Literaturas Africanas por la Universidad de El Cabo, en Sudáfrica, donde pasó "largos periodos", García Ysábal fue autor de una obra que incluye cuarenta títulos, entre los propiamente poéticos y los ensayísticos, que comenzó a publicar en 1962, explica en un comunicado Luis León Barreto, que detalla que la muerte del autor tuvo lugar este sábado. De su producción literaria, destaca que "en los años 80 y 90 dio a conocer títulos notables, como Laberinto insular, Salmos de la penumbra, Sarah o Kryptos'. Subraya León Barreto, además, que, "desde que en 1965 aparecieron sus Leyendas africanas y su Poesía tradicional africana hasta el Cancionero general africano se alzó como un especialista ejemplar, quizá para remediar la falta de investigación sobre la variante africana de la identidad canaria, como él decía, la pata perdida de nuestras raíces".
En esa línea, cita que, "buscando raíces comunes, cuando transcribía canciones de un poeta anónimo de Sudán se preguntaba si a través de ellas no percibimos el rumor de las endechas aborígenes de Gran Canaria o El Hierro".
Añade que "en los últimos años andaba empeñado en un proyecto editorial denominado 'Cuadernos del medio siglo', donde recuperó textos de juventud sobre lo que él llamaba 'el laberinto insular'". Por lo demás, Antonio García Ysábal, padre de la escritora Verónica García, "llevaba años apartado de casi todo" cuando ayer le llegó la muerte en Madrid, adonde había trasladado su residencia últimamente, señala Luis León Barreto.
Para quienes deseen ahondar más en el conocimiento de su obra, anticipa que en la colección La Caja Literaria, de Cajacanarias, saldrán próximamente nuevos textos que, "de alguna manera, vendrán a ser el testamento literario de este autor que, si bien estaba últimamente apartado de la vida pública, fue una de las voces trascendentales de la generación del medio siglo", afirma.
El libro "Cancionero General Africano", se compone de un compendio de Tradiciones orales africanas, recopiladas por el poeta y ensayista canario Antonio García Ysábal, en el período que va desde 1962 a 1991. Sin embargo, hay que decir que los textos de este autor sobre temas africanos son abundantes y variados. Sus trabajos han aparecido tanto en libros como en anuarios y revistas especializadas. Desde que en 1965 apareciera su texto "Leyendas africanas" en un periódico canario y posteriormente "Poesía Tradicional Africana" publicado en la editorial Fablas en 1970, ha continuado con su trabajo de búsqueda e investigación, centrado fundamentalmente en las cuestiones africanas.
Este "Cancionero General Africano", reúne 35 endechas, 21 endechuelas, 13 baladas y 70 poemas de otros géneros. Editado en 1994 por el Centro de la Cultura Popular Canaria, nos encontramos con una obra rica, única en su género y que nos acerca a la creación popular lírica de un vasto continente, amplio y diverso, como es el africano.
Según explica, Antonio García Ysábal eligió las primitivas endechas de Canarias como vértice periférico de la poesía tradicional africana, porque desde ellas, dice, es posible focalizar las corrientes emisoras o receptoras de la lírica primitiva entre Africa y Europa: un hipotético punto de partida, tan válido como lo puedan demostrar sus resultados, y que respeta "la identidad canaria, ubicada en el ámbito definido por las coordenadas Europa-América-Africa, pues si el de las dos primeras sigue siendo investigado, la variante africana -ese tercer apoyo del trípode en el que se formula el hecho insular- no ha recibido similar atención".
Así cuando un poeta anónimo sudanés canta: "No ahuyentará - la muerte penas / por un valiente - sin descendencia, / mas si tiene - vivirá en ella". O cuando una mujer bereber duda de la siguiente manera de su enamorado: "Desearía - pesar, dolor / en los extremos - de una balanza / por compartirlo - mi amante y yo". Entonces García Ysábal se pregunta: "¿no percibimos el rumor familiar de la Endecha de Gran Canaria: "Sed bienvenidos: - a madre, hermano, / los forasteros la asesinaron. / Quiero casarme - para salvarnos." O la Endecha de El Hierro: "Que traiga o lleve - aquí o allá / agua, leche o pan - ¡qué importa ya! / si no me quiere - Agarfú mirar".
Por otro lado es importante resaltar el reconocimiento que hace nuestro autor en lo que se refiere a la oralidad de este cancionero. En este sentido Ysábal reflexiona en torno a la carencia de un lenguaje escrito; para ello -matiza- "habría que analizar las condiciones de vida en Africa, la diversidad de sus pueblos y dialectos, el reducido número de grupos de lengua común, encuadrados o no en un mismo reino, y el papel preponderante de la música, la danza y las artes, causa que no tuvieran una necesidad inmediata de lenguaje escrito, pues éste era fácilmente sustituible por otros medios de comunicación más eficaces y afines al pensamiento y a la vida indígena y, sobre todo, de un mayor valor práctico y funcional. De ahí la riqueza del folklore negroafricano, música y danza, artes y tradición oral, todos ellos medios de expresión, y a veces de conjuración, utilizados como equivalente a la literatura de los nuestros, y en los que nos relatan su historia, conocimientos, costumbres, leyendas y mitologías".
En este Cancionero encontramos joyas poéticas como esta titulada "Canción de guerra": " En Djibo hay una laguna: / Quien traiga el bien, podrá saciar su sed y darse un baño; / quien traiga el mal se ahogará en su propia sangre. / Está rodeada de caballos: / Dios vela desde la noche al alba y las lanzas desde el alba a la noche. / Sus orillas se cubrirán de entrañas, nunca más con la ropa que lavan mujeres. / La laguna ha sido cercada con un seto de mimosas punzantes. / Lanzas traicioneras vigilan sus aguas: hay armas por toda la laguna / y será sembrada de cráneos, nunca más de nenúfares. / Boukari nos ha rodeado. / Nos cerca con millares de jinetes, con canoas en círculo repletas de fusiles. / ¡Dejad marchar a los hombres que acudieron airados! / ¡Dejadles que abandonen la laguna a las aves del agua! ¡Kiendekyene, nieto de los Mossi! / No deseamos guerra, sino la libertad que nos hará felices."
Este "Cancionero General Africano" está divido en tres grandes zonas poéticas: la sahariana, la subsahariana y la subecuatorial: "La primera, morada de los melanoafricanos de pigmentación más clara, nómadas, salvo en las zonas mediterráneas, e islámicos: bereberes, tuareg, árabes. La segunda, en la que es común el mestizaje sahariano e islámico. Y la tercera, la subecuatorial, expeditiva instantánea de variable uniformidad: pigmentación más oscura y predominio del animismo en su progresión meridional".
Este recorrido poético iniciado en Canarias, continúa por el norte del antiguo Sahara español, Mauritania y Mali; sigue por Argelia y Marruecos, Túnez, Libia, Egipto y el norte de Sudán. Luego atraviesa Somalia, Etiopía, Sudán, Chad, Níger, Mali y Mauritania. Luego avanza por Nigeria, Dahomey (Benín), Togo, Ghana y Alto Volta, Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona, Guinea, Guinea Bisau, Gambia y Senegal. El último recorrido quedará limitado al norte por Camerún, República Centroafricana, Zaire, Uganda y Kenia, así como las islas de Zanzíbar y Madagascar, y al sur por el Cabo de Buena Esperanza.
García Ysábal nos aclara, en lo que se refiere a las traducciones, que han sido siempre comparadas, siguiendo la más reciente ortodoxia aplicada a la complejidad lingüística africana donde existen unas seiscientas lenguas y seis mil variedades dialectales, en una población algo mayor que la de Europa y triple en su extensión geográfica.
Antes de continuar con las necesarias explicaciones que nos aporta el autor para una mejor comprensión y disfrute de este "Cancionero General Africano", nada mejor que transcribir uno de los poemas recogidos en este libro. Pertenece a la zona de Ewe, Togo y su título es "Tristeza de vivir": "El espléndido campo de nuestros juegos / se ha convertido en ruinas. / La espléndida tierra de placer / se ha convertido en ruinas. / La densa selva en sabana, / nuestra hermosa ciudad en estepa / y nuestro bello hogar en campo de rastrojos. / Que no me entierre el sepulturero. / Podéis permitirle que sepulte mis pies / si deja mi pecho a la intemperie. / Para que mi pueblo vengan a contemplar mis ojos. / El tambor no redobla alegría. "Triste Vida", "Triste Vida", / redobla ese tambor, ese tambor / sólo redobla por la tristeza de vivir."
Ahondando en la explicación de algunos elementos que determinan este libro, Antonio García Ysábal nos anuncia otra de sus claves fundamentales, así nos dice que "La cronología de los poemas es uno de los enigmas de este cancionero". Por otro lado, no se aleja de la verdad nuestro autor al afirmar "Cuanto más se conoce Africa, más absurda parece esa utopía materialista de la absorción colonizadora.
El ejemplo lo hallamos en Canarias: unas endechas y una historia oscura siguen aventando las brasas residuales de su espíritu autóctono. Porque los exorcismos étnicos y culturales no han podido arrojarlo de casi ninguno de los muchos enclaves geográficos donde mora o fue exiliado con el sólo bagaje de su ánima; más bien al contrario: afirma su independencia y determinante influjo en las culturas de adopción forzosa."
Para concluir este breve acercamiento a una obra de imprescindible lectura para aquellos que quieran sentirse más cercanos al espíritu, al sentir africano, nada mejor que hacerlo con una linda "Canción de amor": "El firmamento se oscurece con un azul profundo de tela guineana. / La niebla cae como rocío de leche fresca. / La hiena ríe, El más Anciano de la Maleza responde. / "Es el tiempo propicio para estar con tu amante de piel suave suspirando."
El que busque otra cosa una sugerencia: sólo se encontrará con una poesía en estado puro. Toda una tentación ante tanto enmascaramiento embaucador, ante tanta poesía falsamente cosmopolita, ante tanto erudito de flexo y sofá, que a lo más que llevan a provocar es a un prolongado e incómodo bostezo.”
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