lunes, 7 de julio de 2014

Hay demasiada basura no biodegradable

Eduardo Sanguinetti (Mar del Plata, Argentina)


Es conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas en que se debate el futuro de la humanidad, condenada a un futuro calculado de esclavitud bajo la pesada bota del neoliberalismo en acto de eliminar valores esenciales de existencia en igualdad y fraternidad, en libertad y verdad. En el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, ya es poco probable reconocerse en la misma como actor pues uno se convirtió en espectador del drama de este milenio que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo, o piensan actuar sobre él.
Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía de este planeta, destilando en sus discursos reciclados un tufillo de intolerancia a quienes intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿del entendimiento y las buenas costumbres?, ante la mirada mansa de una comunidad de naciones, que asiste mansamente a su exterminio, como seres en acto de elegir y expresarse en libertad.
El presidente Obama, en ejemplo puntual y estricto de lo que manifiesto, hace unos días dijo que la razón del liderazgo de su país es “su disposición a actuar en nombre de la dignidad humana. El apoyo de Estados Unidos a la democracia y los derechos humanos va más allá del idealismo, es un asunto de seguridad nacional”, agregando a este absurdo discurso: “que debido a los esfuerzos de Estados Unidos, debido a la diplomacia de Estados Unidos y la ayuda al exterior, así como al sacrificio de nuestros militares, más gente vive hoy con gobiernos elegidos, más que en ningún otro momento de la historia humana”.
Irak, un país devastado, destruida toda la infraestructura sanitaria, educativa y de salud, con más de un millón y medio de muertos, 4 millones y medio de refugiados, 5 millones de huérfanos, más de 8 millones que requieren de ayuda humanitaria, con 75 por ciento de la población que no dispone de agua potable y sumido en el caos de una guerra confesional propiciada por la potencia ocupante.
Bien, ante el atroz ejemplo de Irak, al que puedo sumar el de Ucrania, Siria, Libia, pienso que en el pasado dominaba el dogmatismo de la lucha de clases, hoy las simuladas gesticulaciones humanitarias, carnales y sexuales, que con ¿certeza? eliminaron la fractura social, o aliviaron el “repentino e insoportable malestar del mundo”, con la instalación de naciones funcionales al imperio en territorios que se autodeterminaban como naciones libres, con sus milenarias tradiciones y culturas, hoy inexistentes, eliminadas de la faz de la tierra, ¿hay alguna duda? …Justificando estos genocidios, las sucesivas y siempre perentorias “opiniones”, con que nos abruman los artículos periodísticos y publicitarios, de las corporaciones económicas de los medios del poder.
Y he aquí el momento culminante, en el que debo advertir “la sumisión de lo evidente”. Sumisión, que deviene en un pensamiento libre, al que no le interesa mucho influir en las masas ansiosas, hipnotizadas y prostituidas, ante toda la basura no biodegradable, incluidos mundiales de la FIFA, que actúan en las redes sociales y medios de publicidad, haciendo nido en un inconsciente, que se disparará en un instante y por siempre, hacia un porvenir difuso, ahistórico, como el poder político neoliberal lo imaginó y efectivizó.
La democracia, recuerden, no es una sistema de consenso. Es un sistema en el que cada uno tiene el derecho de expresarse desde sí mismo, por sí mismo y a elegir, acorde a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es el realizador de sí mismo, y punto.
(Del diario República, Uruguay)

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