Lo explicó con detalle en el
número 2 de Insularia, revista que fue de la Asociación Canaria de Escritores.
En 2005 fue publicado, tras largos avatares y con silencio en los medios, su
libro La Casa Vestida, en el que
trabajaba sobre los iconos de la arquitectura popular, los elementos
decorativos, la ornamentación. Antropólogo, poeta visual, cabeza inconformista.
“No puede haber canariedad con base si no hay educación. Porque lo nuestro debe
estar parejito en los programas de enseñanza con lo hispano y lo universal. “La
literatura light ha eliminado el pensamiento moral, la ética, el trabajo de
percutir en la conciencia de los demás. Ignacio Gaspar y Félix Hormiga son dos excepciones,
ejemplos válidos de tratamiento de lenguaje, de autenticidad.” Angel es un heterodoxo, un
radical. “El construccionismo avanza, terminaremos siendo Hong Kong. El turismo
ha destrozado las costas, y el dinero se lo quedan los del exterior. He ido viendo
el desgaste de identidad, pero en el campo todavía existe solidaridad, la gente
se ayuda a coger papas, la gente va a los entierros aunque no conozcan al
muerto.” Vive en Valleseco, a 900 metros sobre el mar, en el reino de la
niebla y la llovizna. Pero ahora, en este invierno frío, se planta en la playa
de Salinetas. Se tiende a pensar que los poetas han sido los constructores de
un pensamiento canario, pero no es del todo cierto. Sí que puede haber un
pensamiento canario, dice. “Hay que revolver las islas, quitar los
isloteñismos, poner coto a los campos de golf, la construcción salvaje, las
autovías. Hay que mirar por el territorio, poner coto a las camas turísticas,
dar trabajo a los jóvenes, porque los veo con gran desesperanza, tirando de la
droga y el alcohol. Hay que recuperar lo salvaje y auténtico de nuestra
realidad.” El disidente es un hombre lúcido, un bregador que no se rinde en el
terrero.
En un reciente pregón de las
fiestas patronales de Santiago Apóstol, en su Gáldar natal, habló de las tres
grandes preocupaciones que le asaltan: el paro galopante, el peligro
especulativo que acecha al patrimonio histórico, al agrícola y al
medioambiental, y por último – aunque no menos decisiva - la indefensión
cultural, materia toda ella sensible para el progreso de un modelo civilizado
sostenible, que deberemos forzar más allá de la utopía, según sus propias
palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario