jueves, 31 de octubre de 2013

Walt Whitman: la alegría de vivir

Walt Whitman (1819-1892) es una de las cumbres de la poesía universal. Su canto es panteísta, un himno a la vida, a la naturaleza y a los humanos. Desde niño leyó con avidez los clásicos, interesándose en Goethe, Hegel y Emerson, sus fuentes de inspiración. Abandonó los estudios básicos para emplearse como ayudante de imprenta y más tarde ofició como maestro y periodista, escribiendo artículos para revistas y periódicos. En 1850 se trasladó a New Orleans para trabajar en el campo de la construcción. Cinco años más tarde, tras un gran esfuerzo económico, publicó su famosa obra "Hojas de hierba", alabada en todos los medios literarios y reeditada un  sinnúmero de veces. Durante la Guerra Civil norteamericana sirvió como ayudante de enfermería. Al terminar el conflicto continuó añadiendo poemas para las nuevas ediciones de su obra y escribiendo ensayos políticos.
 
COMO ADÁN AL AMANECER

Como Adán al amanecer
Salgo del bosque fortalecido por el descanso nocturno,
Miradme cuando paso, escuchad mi voz, acercaos,
Tocadme, poned la palma de vuestra mano
Sobre mi cuerpo cuando paso,
No tengáis miedo de mi cuerpo.

 NO TE DETENGAS

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas …
 

 UNA HOJA DE HIERBA

Creo que una hoja de hierba no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.

Descubro que en mí
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.

 (Fragmento de Hojas de Hierba. Versión de León Felipe)

 ME CELEBRO Y ME CANTO A MÍ MISMO

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo asuma tú también habrás de asumir,
Pues cada átomo mío es también tuyo.
Vago al azar e invito a vagar a mi alma.

Vago y me tumbo sobre la tierra,
Para contemplar un tallo de hierba.

Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres cuyos padres nacieron aquí y
Cuyos padres también aquí nacieron.
A los treinta y siete años de edad, gozando de perfecta salud,
Comienzo y espero no detenerme hasta morir.

Que se callen los credos y las escuelas,
Que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y
Sin olvidarlo nunca.
Me brindo al bien y al mal, me permito hablar hasta correr peligro.

Naturaleza sin freno, original energía.

MIENTRAS RECORRO LAS PLAYAS QUE NO CONOZCO (Fragmento)

Mientras recorro las playas que no conozco
Mientras escucho la endecha,
Las voces de los hombres y mujeres náufragos
Mientras aspiro las brisas impalpables que me asedian,
Mientras el océano, tan misterioso,
Se aproxima a mí cada vez más
Yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca,
Un puñado de arena y hojas muertas
Y me confundo con las arenas y con los restos del naufragio.
¡Oh! Desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo,
Oprimido por el peso de mí mismo
Pues me he atrevido a abrir la boca
Sabiendo ya que en medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo
Jamás he sospechado qué o quién soy
A no ser que, ante todos mis arrogantes poemas,
Mi yo real esté de pie, impasible, ileso, no revelado
Señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias burlonamente amables
Con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he escrito
Indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis pies.
Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño,
Y qué ningún hombre puede comprenderlo.
La naturaleza está aquí a la vista del mar
Aprovechándose de mí para golpearme y para herirme
Porque me he atrevido a abrir la boca para cantar.

MIRA EL MAR INFINITO

Mira el mar infinito.
Sobre su pecho sale a navegar un navío
Que despliega sus velas, incluidas las de gavia.

Su pendón ondea en lo alto mientras aumenta
Su velocidad de manera majestuosa.
Debajo, las olas rivalizan,
Rodean al barco, apiñándose,
Con brillantes movimientos circulares y espuma.

 YO SOY AQUEL A QUIEN ATORMENTA

Yo soy aquel a quien atormenta el deseo amoroso,
¿No gravita la Tierra? ¿No atrae la materia
Atormentada a la materia?
Así mi cuerpo atrae a los cuerpos de todos aquellos
A quienes encuentro o conozco.

YO TRANQUILO, SERENAMENTE PLANTADO

Yo, tranquilo, serenamente plantado ante la naturaleza,
Amo de todo o señor de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo, y silencioso, también como ellas,
Conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad
Y mis debilidades son menos importantes de lo que creía,
Hacia el mar mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee, o lejos en el norte o tierra adentro,
Hombre de río u hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o de los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
Y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes
Y los rechazos como lo hace el animal.

2 comentarios:

  1. Uno de los grandes. Me hacer recordar cuando en mi juventud, sin Facebook y viviendo bajo una dictadura, buscaba poemas de Whitman, pude estudiarme un ejemplar que llegó a mis manos.

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  2. Gracias, Juan Calero: más que poeta emergente, poeta sin paliativos.

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