Por Eduardo Sanguinetti, Buenos Aires, (*) especial para NOVA
Nuestras nuevas herramientas hacen brillar en el horizonte el
espejismo de una sociedad planetaria, pedagógica y transparente, dedicada por
entero a pacíficos intercambios de información... pero la obscena incrustación
del rinencéfalo, seguirá reclamando su parte de barro y sangre.
Soy de aquellos para los que la verdad es la vida, de aquellos
que han elegido permanecer fiel a sí mismos contra viento y marea, dispuestos a
resistir las acciones de los especuladores lobistas de todos los ismos, que
accionan en todo el planeta, sobre todo en este tiempo de pandemia, devenida en
endemia.
Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia.
Desafortunadamente, igual que la noche sigue al día, habrá aumento atroz de
muertes por Covid-19 en las próximas semanas, sumados los contagios. No es
tiempo de campañas electorales. Tiempo de enfrentar al virus. Los Gobiernos
deberían priorizar la salud de sus pueblos, exigiendo a los ricachones efectúen
la donación... tiempo de épica y de solidaridad extrema.
El empapelado con que las nuevas biotecnologías de punta han
cubierto el mundo de la realidad se cae a jirones. Para descubrir una nueva
realidad, es preciso desarmar los desagües: están tapados con embriones de todo
tipo y origen. No se propone nada que pueda durar más que unas horas. Vivimos una
cantidad de vidas en el espacio de apenas una... a través de ciertos signos
notaremos que asistimos al final de un tiempo, de una civilización, de una
época.
Deviene afirmar que “nuestra señora realidad”, virgen y
prostituta, natural y artificial, material e inmaterial, encarna los sueños
clásico-modernos de explotación, servidumbre, genocidio, en sus formas más
perversas y pervertidas, las más sórdidas y peligrosas.
¿Qué hacemos los que ya no soportamos tanto caos en el planeta?
¿Qué hacemos los que sabemos que en el día a día se cometen atrocidades de todo
tipo que no toman estado público?, pues la complicidad de los medios económico
corporativistas no admiten nada fuera del marco de la noticia de farándula o
alguna causa doméstica, que no amerite movilizaciones y denuncias a los
gobiernos, artífices de todo lo que tiene de bestial el diario oficio de
permanecer en esta tierra.
¿Hasta cuándo tanto mercadeo de esclavos, narcotráfico,
degradación del medio ambiente, financiamiento de guerras, genocidios filmados
y visualizados por una audiencia escatológica conformada por los habitantes de
las más diversas naciones y demás constipaciones?
Asistimos en nuestros días a la despersonalización de la
política. Los políticos son reemplazados rápidamente por los tecnócratas al
estar la política subordinada a la economía. Y los tecnócratas, esto es, los
políticos procedimentales, no tienen pasado en el campo de lo político. Al
menos el político tradicional tenía que dar a su clientela política alguna
explicación de sus actos, el tecnócrata no da razones, sólo beneficios a quien
le paga.
El alza de la pobreza y la riqueza extremas es alimentada por la
pandemia de covid-19 que ha llevado a millones, principalmente en países con
pueblos en estado de indigencia y en el denominado desarrollo colonizador, con
deudas impagables con los extorsionadores organismos de mercaderes de la vida,
a un estado de pobreza que se perpetuara quién sabe por cuánto tiempo, mientras
han fundado nuevos y rápidos negocios para la élite de los degradantes macro
multimillonarios.
Urgentemente deben acordarse soluciones sistémicas en este
presente espantoso, camino a la nueva 'normalidad', como la condonación de
deudas con FMI, un marco vinculante y multilateral para la resolución de la
crisis de la deuda que aborde el endeudamiento insostenible e ilegítimo y una
convención fiscal de la ONU para arreglar las lagunas en el sistema fiscal
internacional.
Tengamos muy presente que las empresas multinacionales y los
ricos no pagan su parte de los impuestos, lo que priva a los países de los
ingresos públicos necesarios para abordar la desigualdad, lo podemos apreciar
en Argentina.
Los grandes actos de corrupción, son llevados a cabo por
tecnócratas que asesoran a los políticos procedimentales. Para el neoliberalismo
procedimental no tiene importancia la inclusión de las mayorías en el mercado
de trabajo ni de consumo. Su lógica es la de la exclusión y así, descarta mano
de obra y mayores de consumidores.
No le interesa generar mayores fuentes de trabajo -que siempre
traen problemas y costos- sino, concentrar dinero en menor número de
consumidores, que compensan con sus abultadas compras el mayor número de
clientes, antes buscados… la solución, sería crear un nuevo sistema de
“Síntesis Minimalista”, donde el consumo devenga en lo básico e indispensable
para todos. El tan ansiado giro de 180º, aquí-ahora-ya.
En la democracia procedimental de nuestros días esta lógica de
la exclusión funciona concentrando el poder político y económico en muy pocas
manos.
El mundo en el que pretendemos vivir no es otra cosa sino
egoísmo, avidez, intemperancia, dilación, psicopatías, grandes expectativas de
pertenencia a elites de descerebrados, devenidas en prostitución y delito
perpetrado por “los peores”.
En todas las circunstancias, el gobierno no es, a lo sumo, más
que un mal necesario y, en el peor de los casos, intolerable.
Las transformaciones de toda índole que son ahora precisas y
urgentes no serán cosecha de los grandes poderes sino de las semillas sembradas
una a una, día a día, por los ciudadanos que se dan cuenta, por fin, de que
ahora sí, el destino está en sus manos. Cada amanecer es una ocasión personal
para un nuevo comienzo…
En el preámbulo de la Carta de la Tierra se lee: “Estamos en un
momento crítico de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro…”.
Así empieza. Y así termina: “Como nunca antes en la historia, el destino común
nos hace un llamamiento a buscar un nuevo comienzo”. La Carta de la Tierra se
basa en el respeto y cuidado de la comunidad de la vida; en la integridad; en
la justicia social y económica; en la democracia, no violencia y paz y, al
final, señala los pasos más importantes del camino hacia adelante.
Puede ser uno de los documentos esenciales para inspirar
acciones concretas que permitan este nuevo comienzo. Este nuevo principio, en
el que todos los seres humanos sean “libres y responsables”. La comunidad
intelectual, científica, académica, artística, cualquiera con ideas, decencia,
corazón y coraje… debe incorporarse y situarse, como se ha indicado, en la
vanguardia de la movilización de los pueblos.
Por primera vez es posible inventar, entre todos, el futuro.
Juntos podemos iluminar los caminos del mañana. Como se dice en el Popol Vuh
maya: “Que todos se levanten, que nadie se quede atrás”. O ¿no hay más que
avidez y mezquindad en el corazón de los hombres?
(*) Filósofo y poeta
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