Pese al aluvión de
nuevas tecnologías, el libro en papel está destinado a sobrevivir y en todo
caso coexistirá durante largo tiempo con el libro digital. Y aunque la crisis
económica ha reducido la venta de libros, y con ello ha impuesto la
desaparición de pequeñas librerías, el panorama ha de cambiar de signo. Mañana,
viernes 13, los libreros organizan en nuestro país una nueva edición del Día de
las Librerías, con jornadas abiertas y descuentos para reivindicar la vitalidad
de estos establecimientos tan importantes en los núcleos urbanos, verdaderas
células culturales de cabecera porque el librero suele ser un orientador, un
consultor. El evento está organizado por la Confederación Española de Gremios
de Librerías, y se trata de la quinta edición del mismo. La celebración
consistirá en una jornada de puertas abiertas de los centros hasta las 10 de la
noche y la aplicación de descuentos. Con todo ello se pretende reivindicar la
validez de este tipo de establecimientos como punto de encuentro donde
conocimiento, ocio y entretenimiento se aúnan. En España el libro electrónico
no ha alcanzado todavía el despegue que se anunciaba.
Partimos de la premisa
de que el progreso de la humanidad siempre es acumulativo y nunca anulador de
los avances conseguidos a través de la historia. Ni el coche anuló el gran
invento de la bicicleta, ni el gran invento del cine anuló la lectura, ni la
radio destruyó la importancia de la prensa escrita, ni la televisión ha sido
capaz de desmontar el imperio de la radio, ni el libro electrónico ha sido
capaz de destruir al libro en papel. Hasta los periódicos en papel sobreviven,
en Estados Unidos ya existen ejemplos de publicaciones de papel que habían
pasado a ser digitales y que se recuperan también en papel, verdad que en un
formato diferente. Algunos periódicos en papel que habían pasado a ser solo
digitales optan ahora por ediciones más restringidas y especializadas en papel.
Cierto que estamos en un país de no lectores y por ello con la crisis el
negocio del libro ha caído bruscamente, se han cerrado muchas librerías y el
libro de pequeñas editoriales se ha convertido en algo clandestino; los espacios
de las grandes superficies están controlados por las grandes editoriales, que
pagan por exhibir sus novedades de modo preferente, de este modo el libro
literario sobrevive tan solo por el mecanismo de boca-oreja, las tiradas se han
reducido de manera drástica. Eso sí que ha sido una tragedia, pero ¿qué podemos
esperar de un país como el nuestro en el que la sanidad y la educación se
desmantelan porque el negocio es privatizar y en el que la educación pública ha
sido arrinconada en beneficio de los amiguetes? El progreso es acumulativo y
también nostálgico, ahora se reeditan discos en formato vinilo pese a que casi
todos nos hemos cambiado al disco compacto. Pero: a lo que íbamos. El libro en
papel se puede tocar, pasas la página, hueles la tinta, se lleva a la cama sin
que te maree leer a través de una pantalla parpadeante.
Tal vez se habían
creado unas expectativas desmesuradas en torno al libro electrónico y el
fulgurante éxito que iba a alcanzar en poco tiempo. Muchos jóvenes y menos
jóvenes se apuntaron a lo moderno, pero a uno particularmente le hacía gracia
que alguien le dijera tengo un ebook con 5000 títulos disponibles, gratis.
¿Quién hizo esa selección de 5000 títulos que ya venían con el invento? ¿Quién
iba a leer tamaña oferta? Muchas veces en esta civilización consumista las
cosas se anulan cuando hay saturación de información. Se había creado una burbuja
en torno al libro digital y, una vez disipada la atracción de lo nuevo y el
vértigo apocalíptico que se apodera de los seres humano ante toda innovación,
los amantes del libro en papel pueden respirar tranquilos. Los pronósticos de
que en el 2017 las ventas del electrónico en Estados Unidos superarían a las de
papel no solo no se cumplen, sino que los datos del 2014 confirman la
tendencia, apuntada ya en el 2013, de que las cifras de crecimiento acelerado
del formato digital siguen frenándose un mes tras otro. Y, paralelamente, se
mejoran las ventas del libro tradicional en papel. Así que los agoreros se
equivocaron. Aunque las tecnologías avanzan de manera acelerada, bueno es que
conservemos cosas que conviene conservar.
Los amantes de la lectura se rebelan contra la frialdad de las tabletas
y lectores digitales. Opinan que las tipografías no son bellas, las
ilustraciones son mediocres, el plástico es frío y no huele de manera adecuada.
El parpadeo del pasar de página da dolor de cabeza y todos los libros parecen
iguales, se estandarizan. Claro que en el mundillo del libro la confusión se
extiende: las bibliotecas tradicionales se deshacen de los libros acumulados
durante décadas y paralelamente los archivos digitales empiezan a acumular en
papel. Las grandes editoriales veían llegar el fin del mundo pero cada vez hay
más escritores, más editoriales especializadas, más revistas literarias y sobre
todo más tiendas de libros en papel de segunda mano. Hace más de 500 años, cuando
llegó la imprenta, también siguieron elaborándose manuscritos durante largo
tiempo.
"¿Prefieres un libro impreso o un e-book?" Esta es la pregunta
que la editorial especializada en autoedición ArtGerust hizo recientemente a
1.600 jóvenes españoles de edades comprendidas entre los 15 y los 25 años. En
el sector de la población más identificado con los tablets, videoconsolas y
smartphones, el 65 por ciento de los jóvenes lectores prefiere el libro impreso
al digital. ¿Los motivos? La venta de segunda mano, la textura del papel, su
olor, la posibilidad de coleccionarlo, la de compartirlo o llenar las
estanterías, la moda retro o que no tienen edad todavía para tener una tarjeta
de crédito con la que hacer sus compras por internet. Ya se ve que no es oro
todo lo que reluce, y el libro de siempre sobrevivirá.
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