LUIS LEON BARRETO
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miércoles, 30 de octubre de 2013
Halloween y el retorno de los vampiros
Ahora que viene la fiestecilla de
Halloween con todo ese jolgorio juvenil, observamos que el lado oscuro y
misterioso de los humanos siempre está ahí. ¿Cuál es la razón del eterno
retorno del vampiro? El conde Drácula, el más célebre de todos, criatura
engendrada por el irlandés Bram Stoker, se ha convertido en un mito inagotable
para el cine. Un mito que nació en Transilvania, es decir Rumanía, basado en el
personaje histórico de Vlad Tepes, El Empalador, un hombre cruel que vivió en
el siglo XV. Hoy, casi 120 años después, el legendario ha regresado con fuerza
a las pantallas sin que jamás haya desaparecido del todo. ¿Será por la crisis,
será porque los pelotazos urbanísticos de los ayuntamientos, las corrupciones
sociales de las que no se escapa ningún partido político y por supuesto las
instituciones bancarias nos recuerdan a cada instante que los chupasangres
existen? Lo cierto es que las secuelas de
Drácula tienen fascinado a públicos adolescentes y no tan adolescentes. El
fenómeno de Crepúsculo afirma haber
vendido 70 millones de copias en 38 idiomas, y ha originado ya un par de
películas que también han tenido éxito instantáneo. Significan ni más ni menos
que la sucesión del éxito que hace poco tuvo la serie Harry Potter. Claro que
los vampiros de Stephenie Meyer son urbanos, modernos, parecen haber renunciado
a la sangre humana para alimentarse de animales salvajes que cazan de noche. El
éxito mediático de los vampiros en este momento se ampara también en series de
TV en EEUU y en Gran Bretaña, así como series de cómics desarrolladas por el
rey del terror, Stephen King. Hay imitadores del fenómeno
incluso en América Latina, así la autora Carolina Andújar ha publicado Vampyr, su primer novela. “El éxito de
los vampiros radica en que en ellos lo oscuro y el magnetismo están en perfecto
equilibrio. Tienen el poder sobrenatural de un mundo sombrío que a su vez
insinúa un potencial ilimitado de belleza”, confiesa. Para algunos sociólogos,
el nuevo éxito de los vampiros podría estar vinculado a la crisis económica.
Así, vemos a los vampiros como seres acaudalados, bien vestidos, hermosos,
jóvenes rutilantes, individuos que toman fuerza de otros para sostener su
estilo de vida, y por ello el resto de los humanos nos sentimos tentados a
emularlos. Vivimos, por tanto, una de nuestras más oscuras fantasías a través
de esas historias. Clásicos o modernos, lo cierto es que en muchos países la
fascinación por estos personajes no decae. Claro que Drácula sigue siendo el
rey, porque es versátil y persistente. Y los nuevos Dráculas son poderosos,
románticos, sensuales y apasionados, justo lo que cautiva a cualquier mujer.
Por ello los vampiros parecen atraer más al sexo femenino pues el vampiro es el
chico malo por excelencia, de algún modo se vincula a la idea de la tentación,
lo prohibido, lo atrayente, en definitiva: el pecado. Por si fuera poco, hay quienes
creen que los vampiros encarnan nuestro deseo de poder, de obtener aventuras
sexuales y emociones sin cuento, de despegar de la vida cotidiana con sus
rígidas normas de control. Hay otra circunstancia que hace atrayente la figura
del vampiro, pues no en vano también plantean el mito de la inmortalidad, y con
todo este cóctel superan los miedos ancestrales de los humanos. Lo que también
está claro es que para ganar dinero los productores de cine saben bien que
necesitan historias audaces, impactantes, con muchos efectos especiales y el
cultivo de atmósferas tenebrosas. Y es que el cine que hacen los
norteamericanos en general sigue siendo un cine pragmático, rentable a más no
poder, aunque sea recurriendo al viejo truco del vampiro. Aunque sea un cine de
segunda división frente a las películas que los vejetes añoramos, toda aquella
sucesión de grandísimos guiones de los años 40 y 50, lo cierto es que a los
jóvenes de hoy les encanta ir al cine para ver vampiros. Y eso es justo lo que
está ocurriendo, y lo que –según todos los síntomas- seguirá aconteciendo.
No comparto hacedrme eco de esta fiestecilla en España hasta que en los Estados Unidos no haya Indianos.
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