lunes, 6 de abril de 2015

Dan Munteanu, un rumano en la universidad


Hay personas que viene de lejos y que adquiere tal carta de naturaleza que con su desprendimiento y actividades pronto se convierten en canarios integrales. ¿Quién fundó el Jardín Canario? Un sueco. ¿Quiénes introdujeron el cultivo del plátano y del tomate, quiénes levantaron Ciudad Jardín, quiénes trajeron los bancos y las consignatarias? Los pioneros británicos. ¿Quién dio el nombre de Schamann al popular barrio de Ciudad Alta? Un suizo. ¿Quién introdujo el ballet aquí? Gelu Barbu, otro rumano. Y así sucesivamente, porque la sociedad insular siempre fue un cruce de identidades, una esponja que absorbió múltiples procedencias. En la joven universidad capitalina se ha integrado gente que ha venido de lejos, este es el caso del hispanista y catedrático Dan Munteanu Colán, doctor en Filología y catedrático de Filología Románica de la ULPGC. Es autor de unos 60 libros de lingüística y ha sido un destacado traductor del español a su idioma nativo, no en vano ha versionado a gigantes como Alejo Carpentier, Sábato, Vargas Llosa, Nicolás Guillén o Mújica Láinez, y entre los españoles a Cervantes, Góngora, Clarín, Buero Vallejo y otros. También ha sido traductor de alguna obra literaria de autores regionales, solventando la dificultad de transcribir las peculiaridades del lenguaje canario. Por su dedicación, su solvencia y su arraigo, sin duda merece el título de Hijo Adoptivo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

En Ediciones de La Discreta (Madrid, 2013) fue editado recientemente el libro Lecturas subjetivas. Afinidades selectivas, que en sus 518 páginas hace un repaso a medio centenar de ensayos y artículos reunidos para esta edición, en su mayoría estudios literarios que fueron escritos a lo largo de unos cuarenta años. En su casa, que es como un cuartel, cada hora del día está plenamente ocupada en lecturas, estudios, análisis variopintos. Lo que define a Dan es su accesibilidad, recuerdo que lo conocí casi en medio de la calle y desde un primer momento hubo una gran afinidad, que cimentó una amistad de muchos años. Como señala en el prólogo Guillermo García-Alcalde, Munteanu es miembro destacado del grupo de autores rumanos que son capaces de escribir en castellano. La inquietud intelectual de Dan no tiene límites, recuerdo que más de una vez me habló del exótico papiamento, una variedad idiomática de islas del Caribe como Curaçao y Aruba que visitamos en el transcurso de un crucero. Por supuesto que es un gran conversador que siempre amenizaba las noches de confidencias y fraternidades. Su mujer, Eugenia Alexe, es pintora y también ejerce de traductora desde hace años. Ella ha versionado en su idioma natal algunas obras de Antonio Muñoz Molina, entre ellas la monumental Sefarad, así como novelas de Alberto Vázquez Figueroa. Muchas veces la pareja participó en nuestras animadas cenas con tertulia, y otras veces acudimos a su casa en la que los libros desbordan los espacios, en la avenida Mesa y López. Cómo no recordar a la madre que era profesora de piano y que pasó sus últimos años aquí en la isla. Cuando ella falleció fuimos convocados –siguiendo las tradiciones de allá– a una velada gastronómica, esta costumbre propia de los países nórdicos también se da en la Europa del Este. Al paso de los años te das cuenta de que los verdaderos amigos los puedes contar con los dedos de una mano. Debe ser que los humanos nacimos y morimos en estricta soledad, aunque en medio de los caminos siempre surgieron voces que acompañaron episodios dignos de ser recordados.

La actividad académica de Munteanu ha sido frenética desde que en 1967 publicó el primer diccionario rumano-español de Rumanía, en colaboración con Constantin Parii. En 1990, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España le concedió una beca para hispanistas extranjeros y trabajó con Manuel Alvar en Madrid, desde abril hasta septiembre de 1990, cuando la Universidad de Oviedo le invitó a impartir un curso de lengua y cultura rumanas como profesor visitante (1990-1991). En el curso académico siguiente fue invitado a dar un curso de lingüística románica como profesor visitante de la Universidad grancanaria. En 1995, las autoridades le concedieron la nacionalidad española por “carta de naturaleza”, con recomendaciones de importantes personalidades de la vida cultural, como Antonio Buero-Vallejo, Manuel Alvar, Ramón Trujillo, Jerónimo Saavedra, Antonio Masip Hidalgo, Francisco Rubio Royo y otros. Ello le permitió, en 1998, presentarse a un concurso-oposición, y ganar la plaza de profesor titular de Filología Románica, y, en 2003, acudir a otro concurso-oposición, y ganar la plaza de catedrático de Filología Románica.

Entre sus premios figuran el otorgado por la Universidad de Bucarest por un estudio sobre ideas erasmistas en el Lazarillo de Tormes, el del centenario de la Academia Mexicana por un estudio sobre el léxico indígena del español americano, el de la Asociación de Escritores de Bucarest por la traducción al rumano del Concierto barroco de Alejo Carpentier, el de la Unión de Escritores de Rumanía por la traducción al rumano del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Pero más allá de sus premios y sus distinciones, en este hombre convendría valorar su capacidad de trabajo, su dedicación y su entusiasmo ejercitados con cientos de alumnos de la Facultad de Filología de la ULPGC. La prestigiosa enciclopedia norteamericana Who’s Who in the World (‘Quién es quién en el mundo)’ lo incluye en sus recientes ediciones. Esta enciclopedia podría considerarse equivalente al Larousse. Añade que “al llegar a España y, casi dos años después a Canarias, me hice un buen conocedor de la cultura, las tradiciones, el folclore, la gastronomía, la música y todo lo que constituye el universo espiritual de un pueblo o de una comunidad. Por tanto, no puedo hablar de un período de adaptación difícil o chocante, sino todo lo contrario, de una integración natural y casi inmediata”. Ciertamente, pronto trabó amistad con escritores, artistas plásticos y músicos. Intervino con frecuencia en el Club Prensa Canaria, en La Regenta, Ámbito Cultural y otras instituciones para hablar tanto de Drácula como de arte contemporáneo o las dificultades de un traductor. Seguidor de los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y del Festival de Música de Canarias, es un buen conocedor del mundo operístico.

1 comentario:

  1. Una reflexión muy interesante sobre el profesor Dan Munteanu, sobre su valioso trabajo e investigaciones...
    Felicidades.

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