“Lo prohibido” es una de esas
novelas rotundas de Galdós, en las que se define una época. Dentro de las
ediciones del Cabildo de Gran Canaria la galdosiana Yolanda Arencibia hizo una
cuidada edición conjunta de esta novela y de “Miau”. Buen observador, el autor
supo reflejar en sus obras la realidad de una sociedad entregada a la
ostentación, que gastaba lo que no tenía para aparentar lo que no era. El
pesimismo de Galdós sale a flote una y otra vez, es un cronista excepcional
de unas clases burguesas y aristocráticas en decadencia. Introduce
el deseo masculino narrado en primera persona y la descripción de un hombre
dispuesto a comprar aquello que desea.El protagonista es un soltero con rentas que se siente atraído por su prima Eloísa, casada. Puesto que el marido de ella está muy enfermo, la situación se legalizará cuando el cónyuge muera y los amantes puedan santificar su relación. José María empieza a hastiarse de la mujer que hasta el momento le obsesionaba: la ve gastona y disipadora. El placer de la conquista, la vanidad satisfecha y el encanto de poseer dejan paso a la fatiga. Sólo una cosa le mantiene unido a su amante: el sentimiento masculino y pueril de los celos.
En la línea de Flaubert con Madame Bovary o de Dostoievski con Ana Karenina, Galdós castiga a la adúltera. Pudoroso en extremo, el autor nunca hace descripciones sexuales, pasa sutilmente sobre ellas. La que burla las leyes sagradas no puede disfrutar de la felicidad, por eso la retrata como una mujer que está enamorada del lujo. La tormentosa obsesión del protagonista de poseer a mujeres casadas se hace incontenible, y él acabará siendo víctima de sus deseos.
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