domingo, 12 de enero de 2014

Músicos callejeros

José M. Balbuena

Los músicos callejeros tienen que pasar en Madrid por un examen para demostrar que son auténticos, que dominan las notas musicales, que saben de corcheas y semicorcheas y todo ese tinglado de conocimientos que se estudian en los Conservatorios, o en las academias de Santa Cecilia. Como vemos, el partido del gobierno que, aunque ellos no se lo crean, dan bastante pasitos hacia atrás y muy  pocos hacia adelante, o sea, que no saben bien la yenka, les falta implantar ya, por decreto,  una especie de Stasi, de NKVD, de SS, o de CIA, a la española, para controlar, no sólo a los etarras o  a los catalanes independentistas, sino también a los  mendigos sin pedigrí, a las prostitutas desorganizadas, a los chorizos de menor categoría, a los que se dedican al menudeo de la droga y a todo vago y maleante que pulula por esas calles de Dios, que, además,  podrán ser detenidos  interceptados, sin más, por los vigilantes jurados o los porteros de discotecas y de puticlubs, a partir de 2014.¡Cuidado con estos elementos porque muchos de ellos dejan mucho que desear!
En esta equitativa España, donde la justicia es igual para todos, (¡ejem!, ¡ejem!) podrán sobrevivir los ladrones de guante blanco, los empresarios explotadores, los defraudadores a Hacienda, los que blanquean dinero, los que meten la mano en los grandes sacos de la banca, del erario público, de los ERES  que tengan, por lo menos el Bachiller Superior, una carrerita universitaria (si es de universidad americana o inglesa, mejor que mejor)  o, al menos, un certificado de Buena Conducta, expedido por la Conferencia Episcopal, por ejemplo. Con esas credenciales ya podrán actuar con impunidad. Y si algún juez se pone pesado, y quiere meterlos en la cárcel, habrá que excluirlo de la carrera judicial, caso Elpidio o Garzón,  por ejemplo, como si fueran mosquitos molestos, que dudan de la honorabilidad de  estos caballeros, puras sangres de la marca hispana. Y si acaso ya alguno, por “equivocación,”  está en el talego, viene un generoso indulto amnistía colectiva, (para disimular)  muy  recurrida en este país por la clase política, y se les pone en la calle.
Caramba, con esta retórica, que tanto se repite como disco rayado en las tertulias televisivas, radiofónicas o de las plazas del pueblo, me he desviado del asunto principal, que era el de los músicos callejeros.
En diversas ciudades europeas he visto como éstos son muy estimados, tanto los que tocan música clásica como ligera. La gente se para a escucharlos y cuando terminan las piezas que han tocado, les aplauden. Después colocan su óbolo en señal de reconocimiento. En España, donde la cultura musical deja mucho que desear todavía no ocurre lo mismo. Por la calle de Triana, e incluso en Las Canteras, podemos ver músicos que son bastante buenos. Los peatones locales suelen pasar a su lado, les miran y algunos se rascan el bolsillo y les echan una monedita, pero continúan la marcha, sin esperar siquiera a que terminen  la pieza que están tocando. Los extranjeros centroeuropeos o nórdicos se detienen.
Quería dedicarle mi pequeño homenaje a Fernando Argenta, un hombre que llevaba la música en sus genes y que creó el impagable espacio Clásicos Populares (con diversas grabaciones incluidas) con el que muchos españoles, niños y adultos, aprendieron a amar la música clásica. 
Que tengamos todos un año 2014 sin demagogia, sin engaños, sin trampas ni cartón. Y con empleo, para el que no lo tenga.

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