María Victoria Hernández ha desarrollado una labor muy importante en cuanto a la divulgación del arte, la historia, las fiestas, las tradiciones, la etnografía, la singularidad de su isla natal. Licenciada en Derecho, estudió en Madrid y tuvo ocasión de mantener estrecho contacto con José Pérez Vidal, uno de los mayores talentos de La Palma en el siglo XX. La vocación de María Victoria por difundir la pequeña y gran historia de la isla se ha visibilizado en numerosas publicaciones, en su papel como miembro de la Junta de Cronistas de Canarias, en su labor como activa corresponsal de la agencia Efe, como directora que fue de emisoras de radio. Es evidente su relevancia no solo como la autora de libros importantes sino también como una activa colaboradora de los medios de comunicación, tanto impresos como digitales. Una labor que no ha cesado en ningún momento; al contrario, parece multiplicarse de año en año. María Victoria es una mujer luchadora y, cosa sorprendente, en internet solo hay menciones parciales de su ingente labor. No figura por ejemplo en Wikipedia, cosa lamentable, puesto que posee un perfil que la hace más que acreedora de tal circunstancia.
Cuando
en el año 2010 el Cabildo Insular de La Palma nos entregó la distinción de Hijo
Predilecto de La Palma, acto celebrado en el Teatro Circo de Marte, dijimos que
existe una importante relación de personas que merecen ese mismo honor.
Citábamos a María Victoria a Anelio Rodríguez Concepción, al dramaturgo Antonio
Tabares y otras figuras de las letras, las artes y la investigación, a las que
ojalá más temprano que tarde la corporación insular entregue tal nombramiento
por la proyección que han realizado de La Palma.
Es
de esperar que el presidente del Cabildo, el llanense Mariano Hernández Zapata,
impulse la creación del expediente oportuno para que, juntamente con los grupos
políticos que conforman la corporación, llegue a buen fin el nombramiento.
Cuando
falleció mi padre, el agente judicial Anastasio León Capote, no tuve duda
alguna de que el voluminoso diario que escribió durante décadas con los
acontecimientos de su pueblo y de la isla debía ser para María Victoria, porque
ella aprovecharía su contenido. Y así ha sido, con su integridad y su humanismo
siempre ha mencionado el nombre de mi padre cuando ha utilizado alguna de sus
muchas anotaciones de la pequeña historia local. A través de ella supe
recientemente que mi padre fue uno de los dirigentes de la UGT llanense, y
supongo que si libró su vida cuando la guerra civil se debió al hecho de que
era muy socialista pero también era muy católico, a través de la parroquia de
Los Remedios debió venirle su protección.
María Victoria fue heredera de la labor de don Pedro Hernández y Hernández, el cronista y poeta llanense, un enamorado de su tierra chica. Sucedió a don Pedro en el cargo de cronista oficial de la ciudad cuando falleció, en noviembre de 2001, pero desde mucho antes ya colaboraba activamente, ya que don Pedro estuvo encamado mucho tiempo antes de fallecer. Don Pedro fue un amigo y un protector nuestro, igual que el periodista Domingo Acosta Pérez. Viki siempre estuvo ahí, disponible para divulgar la fiesta de Moros y Cristianos de Barlovento, el auto de Reyes de Garafía, la Bajada de las Nieves, el Diablo de Tijarafe, el desfile de los Caballos Fufos en Tazacorte, etcétera. Siempre estuvo para escribir sobre los laureles centenarios de la plaza, o sobre el fotógrafo Manuel Rodríguez Quintero, o sobre la leyenda-realidad del Alma de Tacande de El Paso. Ha sido la mejor cronista de toda la isla, una enamorada de la isla integral, a la que podemos ver con su cámara de fotos en todos los pueblos y caseríos cuando celebran algo. Una mujer generosa, un orgullo no solo para su ciudad natal de Aridane sino para toda San Miguel de La Palma.
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