viernes, 6 de marzo de 2020

Gatitos (cuento cruel de Joyce Carol Oates)


Resultado de imagen de joyce carol oates fotos grandesPapá nos estaba llevando a casa. Tres de nosotros en el asiento de atrás y Lula, que era su favorita, en el asiento de adelante. Lula gritó: ¡Papá, mira! Al lado del camino, sobre el pasto recién cortado, había algo pequeño, blanco y esponjoso que parecía estar vivo.
Papá, por favor.
Papá rió. Frenó el coche y se detuvo. Lula se bajó corriendo. Nosotras corrimos detrás de ella y encontramos en el pasto recién cortado tres pequeños gatitos blancos, con manchas negras y marrones.
¡Recogimos los gatitos! ¡Eran tan pequeños que cabían en la palma de la mano y pesaban sólo unos cuantos gramos! Cada uno maullaba, sus ojos apenas abiertos. ¡Ay, ay! ¡Nunca habíamos visto algo tan hermoso en nuestras vidas! Corrimos de vuelta al coche, donde papá nos estaba esperando, para pedirle que nos dejara llevarlos a casa.
Al comienzo, papá se negó. Papá dijo que los gatitos harían desastres en el coche.
Lula dijo: Ay, papá, por favor. Prometemos limpiar cualquier desastre de los gatitos.
Entonces papá cedió. Lula era su favorita, pero nosotros también estábamos felices de ser las hijas de papá. En el asiento de atrás teníamos a dos de los pequeños gatitos. En el asiento de adelante, Lula cargaba al más blanco de los gatitos.
¡Estábamos tan emocionadas! ¡Tan felices con los gatitos! Lula dijo que llamaría Copo de Nieve al gatito más blanco, y nosotros dijimos que llamaríamos a nuestros gatitos Durazno y Ceniza, porque Durazno tenía manchas naranjas sobre su pelo blanco y Ceniza tenía manchas negras en su pelo blanco.
Papá manejó en silencio durante algunos minutos. ¡Nosotros no parábamos de hablar! Si escuchabas atentamente, podías oírlos maullar.
Luego, papá dijo: Me huele a desastre.
Nosotros gritamos: ¡No, no!
Sí, me huele a desastre.
¡No, papá!
 Tres desastres. Lo huelo.
¡No, papá!
(Y era cierto: ninguno de los gatitos había hecho un desastre). Pero Papá frenó el coche. En el puente sobre el río, afuera del pueblo y a un par de kilómetros de nuestra casa, hay una rampa empinada. Papá le dijo a Lula: dame a Copo de nieve. Y papá nos miró con los ojos entrecerrados por el espejo retrovisor y dijo: dame a Durazno, dame a Ceniza.
Empezamos a llorar. Lula era la que lloraba más duro. Pero papá le arrebató el gatito de las manos y se volteó de cara al asiento de atrás, el rostro rojo y el ceño fruncido, y nos quitó a Durazno y a Ceniza. No fuimos tan fuertes ni fuimos tan valientes para impedir que papá nos quitara los gatitos con sus grandes manos. Los gatitos maullaban y temblaban del terror.
Papá se bajó del automóvil y dando grandes pasos trepó la rampa del puente y lanzó a los gatitos por encima de la baranda. Tres manchas pequeñas primero volaron contra el cielo nublado y luego cayeron rápidamente hasta desaparecer.
Cuando papá volvió al carro, Lula gritó: ¿Por qué? Papá dijo: Porque yo soy el papá, quien decide cómo terminan las cosas.

Joyce Carol Oates es una gran escritora norteamericana, nacida en 1938 y es profesora de Escritura Creativa en la universidad de Princeton. En sus libros habla de la crueldad, de la violencia. Ha sido candidata al Premio Nobel.

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