sábado, 1 de diciembre de 2018

Argentina y el espectáculo denigrante del G-20



Eduardo Sanguinetti, filósofo. Buenos Aires. 

Y llegamos al G-20, un espectáculo insano para un país como Argentina con una economía de las más frágiles y degradantes del planeta, que pour la gallerie, desea asimilarse al ritmo y latido circadiano de los países más poderosos del mundo con la excusa de los espectrales inversores que jamás han aparecido, ni aparecerán. ¿Quién va a invertir en un país endeudado como Argentina, donde todos los miembros del gobierno tienen sus "ahorros" en cuentas offshore en Panamá, Bahamas y demás bunkers de lavadores y caterva de especuladores?

Un G-20, al que por lógica, no pertenecemos, sólo asimilados para figurar en una agenda, de la que de manera concreta y real estamos excluidos. Sólo este gobierno es mayordomo de quienes acudieron a la cita de esta Cumbre, con un gasto de millones de dólares, con los cuales se podían haber construido hospitales equipados con aparatología de última generación. Pero la foto en la que Macri posa junto a los poderosos gobernantes será portada de pasquines ridículos. No importa nada más, de todos modos los créditos de miles de millones seguirán llegando, los pagará quién sabe quién. Macri se asegura llegar a las elecciones de año entrante y quizás, ¿quién sabe?... no sé, ¿tal vez?

Lo único que puede detener estas prácticas funestas es la ley, bajo la égida de la opinión pública que debería expresarse a través de la clase política, hoy inexistente como oposición, compuesta en gran mayoría por cobardes traidores a las causas e intereses de un pueblo que sufre. Sólo el derecho devenido en actos de justicia verdadera, ejecutada por los puros y éticos, los sin temor a aplicarla, darán el giro de 180° tan ansiado.

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