viernes, 8 de enero de 2016

El exilio asumido de Nivaria Tejera (Francisco Pomares, en El Día)


La primera novela sobre la Guerra Civil española -sin duda una de las mejores- la
escribió una mujer cubana, recordando sus vivencias laguneras cuando era apenas una niña. La novela arranca una tarde 1936, cuando su protagonista, la pequeña Nivaria, escucha como aporrean la puerta de su casa, mientras ella se viste con su mejor traje de domingo, para salir de paseo a las Fiestas del Cristo. Golpean la puerta unos hombres que vienen a buscar a su padre periodista para llevarlo al barranco, de donde probablemente no volverá nunca... Así comienza 'El barranco', publicada en 1958, la gran novela de Nivaria Tejera, y una de las grandes historias escritas sobre nuestra guerra y sus secuelas. Una novela capital de una autora imprescindible, que supo retrató con ojos de niña y miedos de adulta el terror de la represión en la Canarias del primer franquismo: su padre español fue apresado por sus compatriotas y retenido durante casi diez años, por el único delito de haber defendido sus ideales republicanos en la prensa. Tras su liberación, la familia regreso a Cuba, y allí vivió algunos años. Pero Nivaria se encontró con otra dictadura no tan distinta de la franquista, la de Fulgencio Batista, que también denunció en su literatura. Se exilió en el 54 en París, donde -descubierta por el crítico y editor Maurice Nadeau- publicó 'El barranco'. Tras el triunfo de la revolución, volvió a Cuba, dónde el Gobierno le encargó ocuparse de una surte de agregaduría cultural de la embajada cubana. Pero su idilio con la revolución no duró demasiado. Crítica con los excesos del castrismo, en el 65 acabaría refugiada de nuevo en París, dedicándose en su pequeño piso de las afueras a la escritura, publicando primero en francés traducido del español, y años más tarde en su idioma original. En el 71 gano el que era entonces el premio de más prestigio de la literatura en español, el Seix Barral de novela, con la primera de sus novelas de la trilogía cubana, 'Sonámbulo al sol'. Y fue en Paris, la ciudad de su exilio y de su desencanto con la política, donde falleció la madrugada de este pasado miércoles en un hospital, victima de un cáncer de páncreas.
Una de las mayores expertas en su literatura, la profesora María Hernández-Ojeda, de la City University de Nueva York, ha escrito que todo su universo literario gira en torno a Canarias y a Cuba y que las islas constituyen su imaginario secreto. Es sin duda cierto, ella misma lo dijo: "en mí, la isla, las islas, son un espacio mental extenso como la masa arenosa, rocosa, que las protege". La insularidad es -también- una especial forma de exilio. Pero el principal exilio de doña Nivaria fue interior, deseado y asumido: una suerte de hermetismo personal y literario al que acabó por entregarse quizá como autoafirmación de una vida sin fisuras ni claudicaciones. Se exilió de sus islas para vivir en la isla de París alejada de un mundo de componendas que le fue ajeno y al que enfrentó su incorruptible decisión de vivir al margen de cualquier apaño o sometimiento a las trampas y atajos del poder. Murió querida por los suyos, aplaudida por sus lectores, pero pobre y olvidada por el espacio oficial. Sus familiares, amigos y seguidores iniciaron ayer una cuestación a través de internet [https://www.gofundme.com/y2hshcgk], para poder sufragar los gastos de un modesto entierro...

1 comentario:

  1. Digna y bella despedida a una escritora, admirada por unos y desconocida y olvidada por otros.

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