sábado, 18 de julio de 2015

España, Grecia y Venezuela: muestrario de una crisis

Mientras al presidente Rajoy se le escapa la triunfal declaración de que aquí ya nadie habla del paro y que la crisis quedó muy atrás, comprobamos que la globalización tiene un rostro malévolo. No en vano el Fondo Monetario Internacional, que hace no mucho tiempo presidió por cierto un personaje apellidado Rato, anunció recientemente que España tiene que subir todavía más el IVA, bajar los salarios, incrementar el copago en sanidad y educación, así como minimizar las indemnizaciones por despido, y como guinda final estima que las pensiones también deben ser recortadas porque esto es Jauja. Debe ser que aquí tenemos unos sueldazos y unas pensiones comparables a Alemania o a Francia.
A los amigos griegos ­–qué desastre de país que de ser la cuna del pensamiento y de la cultura occidental ha evolucionado hacia una periferia de pobres de solemnidad– les han estado apretando las tuercas semana tras semana mientras sus gobernantes emprendieron una huida hacia adelante. Grecia es un ejemplo de mala gestión pues desde los gastos suntuarios de sus Olimpiadas, los gobernantes se empeñaron en despilfarrar, con lo cual el resultado final ha sido la ruina del sistema, el colapso total. Ya sabemos, por otra parte, que el neocapitalismo no tiene misericordia alguna, y por eso está a lo suyo: a multiplicar el patrimonio de los que ya eran poderosos, a crear una legión de nuevos ricos que se abalanzan, como cuervos, sobre los despojos que deja la crisis.
El Fondo Monetario Internacional dice que en España hay que apretarse el cinturón un par de puntos más. Se pide otra reforma del mercado laboral, priorizando los contratos temporales, los “minijobs”. Se decía que había que flexibilizar el mercado, que era mejor un contrato precario que ningún contrato. Ahora se plantea el contrato único con indemnización por despido en función de la antigüedad, pero lo que se busca es que tengamos solo contratos temporales, con mayores facilidades para el despido. Se solicita también que los salarios sigan bajando, que se suba el IVA y se rebajen las pensiones, ya congeladas desde hace unos cuantos años, así como que aumente el copago en sanidad y educación, lo que significa más recortes. De este modo, se gobierna para los más poderosos y sin el menor pudor. Pues la rebaja impositiva a las rentas más altas va a ser muy notable, tanto mayor será esa rebaja cuando más altas sean. Se pretende incentivar el consumo, pero eso no basta.
Dentro de la ola de calor que nos afecta, los griegos lo tienen peor que nadie, tras el triunfo del No en el referéndum si sus gobernantes no convencen a los alemanes en estas mismas horas podrían ser expulsados de la eurozona, incluso de la propia Unión Europea. Ello sería un hachazo a las pretensiones de construir una Europa basada en altos ideales, pero es lo que hay. A Obama no le gusta la idea de que Putin extienda su poderío y su influencia sobre Grecia y que la UE reduzca la suya. A fin de cuentas, la UE no es un club creado por la Madre Teresa de Calcuta, sino una institución económica. Todos han de hacer concesiones, desde el primer ministro heleno a las autoridades de la llamada Troika. Pero nadie ha estado predispuesto a ceder.
Además tenemos a Cuba y Venezuela, los países a los que emigraron nuestros abuelos y nuestros padres. Esa Cuba que ha de seguir aproximándose a EEUU y ojalá que sea con supresión del agónico embargo que lastra su desarrollo y con una necesaria transición a la democracia. Las autoridades cubanas y norteamericanas han dado señales de una cierta tolerancia, un amago de puesta al día superando estigmas del pasado. En cambio, el presidente de Venezuela mantiene en la cárcel a los líderes de la oposición, da igual que sean alcaldes o gobernadores o autoridades elegidas por procedimientos democráticos. Esa Venezuela arruinada es la pesadilla del sueño americano.
El gobierno de Rajoy ha fracasado en su intento de acercamiento con Cuba y se ha distanciado todavía más de Venezuela. Cada vez que a Maduro le ponen delante una cámara de TV de su boca llueven insultos e improperios de alto voltaje dirigidos a los “fascistas” de Madrid. El propio Felipe González en su intento de defender a los opositores encarcelados ha sido visto como un heraldo franquista, un golpista, un jefe mafioso sin igual. El gobierno del Partido Popular es contemplado por Maduro como el eje del mal, el núcleo de una permanente conspiración contra su gobierno en la que también entrarían Estados Unidos y Colombia, con sucesivas intentonas para derrocarlo. Las llamadas a consultas de los embajadores en Caracas y Madrid han sido una constante en los últimos tiempos, y no hay expectativas de mejora. Maduro ha ordenado la retirada de su representante diplomático en España varias veces en los últimos dos años, de la misma forma que Madrid también ha llamado a consultas a su portavoz en Venezuela, actitudes ambas que denotan la existencia de reiterados conflictos bilaterales.
Los dirigentes de la oposición venezolana dicen que la corrupción allá es insoportable, “los enchufados robando parejo y el pueblo más pobre que nunca.” Se significa, asimismo, que a lo largo de la gestión de Maduro el país ha padecido una salvaje devaluación de la moneda. Qué tiempos aquellos en que el bolívar cotizaba a 32 pesetas, una divisa que llegó a tener mayor capacidad que el franco francés. Miles y miles de compatriotas de estas islas emigraron allá, hicieron un capitalito y contribuyeron al bienestar del archipiélago cuando aquí no había despegado el turismo, en las décadas de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo. Ahora sabemos que el costo de la vida allá está por las nubes, y el país se halla en ruinas: sin comida, sin papel higiénico, sin medicinas, sin repuestos, sin harina para hacer sus arepas. Los dirigentes de la oposición muestran sus esperanzas en la convocatoria de elecciones para diciembre próximo, pero también indican que el gobierno sigue mostrando su peor cara, pues insiste en la represión, el encarcelamiento del disidente, la persecución política. Como resultado de esta grave y profunda descomposición social, la violencia está creciendo por días. A ningún forastero en su sano juicio se le ocurriría pasear por Caracas o cualquier otra ciudad sin escolta, hoy la antigua capital del sueño de hacer dinero, la patria de la prosperidad y la democracia que acogió a tantos canarios, es el escenario de bandas que pueden pegarte un tiro si te resistes a entregar cuanto llevas encima.

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