sábado, 15 de febrero de 2020

Julio Cortázar, el gran exiliado


Julio Cortázar murió  un 12 de febrero de 1984 en París, Francia, su ciudad de exilio y residencia. A 36 años de su muerte, recuerdo al visionario autor de Bestiario, Final de Juego, Rayuela, exiliado de Argentina en gobierno de Perón a inicios de los años 50. Excluido siempre por los poderes menesterosos de Argentina, por su adhesión a la revolución cubana libertadora, su amistad con Fidel Castro y el "Che" Guevara (lo crucificaron y estigmatizaron en Argentina los politicastros todos, como así también la tilinguería burguesa y careta, que todo lo degrada y los intelectualoides), su austeridad y humildad en relación con la otredad, siempre dispuesto a dialogar. Sobre todo deseo remarcar a los escribas, léase escritores, del fascismo reinante ayer, hoy y siempre en Argentina, temerosos a la libertad, que lo han expulsado, envidiado, ¡vaya si lo envidiaron!, por ser una competencia demasiado alta (en físico y capacidad creativa), por su calidad de fundador de una escritura que se propagaría por toda Latinoamérica, referente indiscutible de nuestra tierra.

Poderes de turno de este país que eleva como símbolo a mercenarios, mandarines y mandaderos de corporaciones faranduleras, que pretenden construir cultura "chatarra", sólo para arrastrados con contactos de todo tipo, los alcahuetes excluyentes del talento, los que jamás cumplirán con la función de propagadores de la libertad y la verdad, los artistas del verbo devenido en escritura, que apuntalan el tránsito de una vida que valga la pena ser experimentada. Julio Cortázar, artista del verbo elevado a escritura milagrosa, donde la magia tiene sitial de honor, leído por generaciones de las más diversas regiones del mundo, ayer, hoy y pareciera por siempre, nos dejó un inigualable legado, hoy alabado hasta por los pasquines de la dictadura.

Su obra vigente siempre llevada al cine entre otros directores por Joseph Losey en su film "Ceremonia Secreta", con elenco excepcional Elizabeth Taylor y Mia Farrow. Cortázar nunca ha dejado de escribir sobre Buenos Aires, sus sitios (Galería Güemes) donde transcurre uno de sus relatos en "El Mismo cielo" incluido en su obra "Todos los fuegos el fuego", a la que vinculó con la Galería Vivianne de París, su casa de Agronomía en los años 30, que lo inspiró para escribir esa obra maestra, cuento breve "Casa tomada", El "London Bar" de Avenida de Mayo y Perú, donde se inspiró para escribir su novela "Los premios". Tuve un encuentro casual, junto a otras personas, con Julio Cortázar en Corrientes y Florida el 10 de diciembre de 1983, cuando llegó a Buenos Aires, luego de muchos años de ausencia, a ofrecer sus servicios al gobierno de Raúl Alfonsín, quien tenía como intelectual emblema a Ernesto Sábato (ideólogo de la teoría de los "dos demonios", que demonizaba a la izquierda, como si fuera la contra parte necesaria del terrorismo de estado).

Jamás fue recibido. Sería fundamental que este hecho tenga espacio en los medios mercenarios corporativistas, pues marca pautas del comportamiento de Argentina con seres plenos de talento, ideales e ideas, a pesar de todos los contratiempos que se les presentan, seres libres y amantes de la verdad y la igualdad. En Argentina, como he dicho en una entrevista concedida a un medio extranjero: "Nadie es profeta en su tierra, sólo bajo tierra", que persista la memoria, para que el “eterno retorno”, frase acuñada por los estoicos y tomada por Nietzsche, no siga repitiéndose. Pero soy un escéptico, nada modificará el ADN de los argentinos, tan proclives a polemizar en asuntos vanos y vacuos y no prestarse a un diálogo veraz sobre nuestra historia, plagada de encuentros desencuentros, enfrentamientos y sobre todo traiciones... escrita por los cipayos y empleados de instituciones oficiales. Nuestra historia es una muestra clara en proyección de lo que jamás debe ser.

La democracia retornaba, parecía a cicatrizar heridas de un período de sangre y asesinatos, desapariciones y apropiaciones, censura que aún continúa y mercenarios con futuro calculado por las corporaciones eliminadoras de la cultura. Jamás recibió respuesta del gobierno de Alfonsín, el bautizado "padre de la democracia", por fanáticos que precisan del líder para seguir sobreviviendo, la democracia tiene adeptos y padres… me parece una desmesura propia de adulones... Julio Cortázar, ignorado por las autoridades, no así por el ciudadano, tal mi caso y el de muchos otros/as que lo recibimos con admiración y calidez, con respeto y alegría. Parecía que el “hijo pródigo” de nuestras letras volvía a radicarse, pero fue excluido, nada fuera de las costumbres de politicastros y mercaderes de la cultura, que todo lo malogran. Después de visitar a varios amigos, vuelve a París, donde muere el 12 de febrero de 1984, apenas dos meses después. De este modo los gobiernos argentinos, de todo tipo y color, excluyen a los talentos. Julio Cortázar, un grande de verdad, sin publicidad mercenaria ni apuntalamiento de lacras serviles a la eliminación de la literatura y la poesía, sólo su talento lo ha elevado al Olimpo de los eternos creadores, los que jamás mueren. Que persista la memoria, pues estos actos de invisibilizar a los creadores se repiten día a día.

A modo de epílogo intentado, les dejo un poema peregrino escrito por Julio Cortázar al "Che" Guevara:

"Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca

Pero no importaba. Yo tuve un hermano

que iba por los montes

mientras yo dormía”.


Eduardo Sanguinetti es escritor, reside en Buenos Aires

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