lunes, 14 de enero de 2019

Identidad, memoria e islicidad: un debate en el Museo Domingo Rivero

Dice la Real Academia que el término identidad tiene cinco acepciones, y entre ellas destacamos dos: identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás, así como también es la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. Si la identidad de una comunidad viene dada por dos factores esenciales –memoria y paisaje– en estos tiempos tal sentimiento no escapa de la tendencia a la globalización. En el concepto de identidad cultural entran la historia, la sociología, la arqueología, el folklore, el clima, el deporte, toda la percepción de la realidad que tiene una comunidad concreta. Decíamos que en el desgraciadamente extinguido Museo Domingo Rivero se celebraron unos debates sobre el concepto de memoria y paisaje que conforman el sentimiento de Islicidad. Nuestro amigo y antiguo compañero el periodista José Rivero se empeñó en abrir este espacio de homenaje y rescate de su abuelo poeta a la vez que creaba un espacio de convivencia abierta. Durante más de cinco años en él se celebraron múltiples y variadas convocatorias de música y canto, sesiones de cine, presentaciones de libros, debates o exposiciones de arte con la participación de personajes tan significativos en nuestro panorama como Pedro Schlueter, Pepe Dámaso, Guillermo García-Alcalde, Diego Casimiro o Rosario Valcárcel, allí frecuentaban los artistas plásticos, los poetas, ensayistas y narradores. Pepe Rivero apostó por la gente joven que no encontraba un espacio donde presentar sus creaciones, por las visitas escolares y la memoria familiar, que de generación en generación se ocupó de conservar objetos personales, fondos de su biblioteca e incluso muebles del propio poeta. Colectivos como la NACE crearon allí una base de actividades pero la muerte del compañero periodista trajo al poco tiempo la clausura de una institución que había ganado un público estable. Este cierre fue una decisión lamentable.
Hay quienes niegan la identidad cultural, máxime en estos tiempos en que la globalización nos permite por ejemplo ver aquí casi los mismos 200 canales de TV que puedan contemplarse en Norteamérica. De acuerdo con los flujos históricos, la identidad es un proceso abierto, en construcción y deconstrucción.  ¿Por qué escribimos Isla con mayúscula? Debe ser para suprimir el sentimiento de pequeñez geográfica, para alzarnos contra los mil doscientos kilómetros que nos separan de Huelva, es decir del continente europeo. Fuerteventura está a poco más de 100 kilómetros de Marruecos,  aunque las islas más occidentales están casi a 500 de África.  La atlanticidad y el mestizaje son los ejes de nuestra forma de mirar el mundo. Y uno de los principales errores del independentismo desde Antonio Cubillo consistió en vincular una futura emancipación del archipiélago con la adopción del africanismo cultural.
El espacio atlántico es el que trajo a nuestros pobladores, desde los norteafricanos a los conquistadores, desde los portugueses a los genoveses o los comerciantes de Flandes, Malta, Gran Bretaña e Irlanda, los esclavos berberiscos y negros de los ingenios azucareros, el camino de ida y vuelta con América. Está claro que si no nos hubiesen conquistado los españoles lo habrían hecho los portugueses, los normandos o los británicos. Y al cabo de cinco siglos, lo hispano ha generado aquí un sedimento nada desdeñable de identidad. Claro que la literatura y la historicidad de Canarias han sido relegadas con frecuencia, y el intento de desvelamiento de nuestra identidad ha sido silenciado, incluso por nuestras universidades. Ya lo estimaba el psicólogo Manuel Alemán: Canarias posee una identidad “neblinada”. Decía: “La interpretación falseada de nuestra historia, el peso de las culturas impuestas, la domesticación de las ideologías, la infravaloración del modo de ser del canario han interferido como factores neblinantes de nuestra identidad canaria”, en el libro Psicología del hombre canario.  Es como cuando se plantea que somos aplatanados o poseemos un síndrome de inferioridad, todo lo cual se construye a través de un largo proceso, y por eso la toma de la identidad real supondrá esfuerzo. Pero este proceso difícilmente podrá llevarse a cabo a través de Frantz Fanon, el pensador de Martinica que ayudó a la independencia de Argelia y que teorizó sobre el colonialismo y la liberación de los pueblos, con su análisis sobre la descolonización y la psicopatología de la colonización. En ese sentido, discrepábamos de Alemán.
En relación el debate sobre Islicidad fueron parte importante el arquitecto Alejandro García Medina y el cronista José Luján, apoyados por la NACE y la Escuela Luján Pérez, y de este modo lograron reunir con un grupo de contertulios que intentaron hablar de ese nuevo vocablo: la “islicidad”, es decir, la esencia del espacio insular como condicionante de los comportamientos humanos, el arte, la cultura y la sociedad. Islicidad y atlanticidad serían entonces términos complementarios. Alejandro es hombre de dibujos, su blog se titula 1000000dedibujos.blogspot.com y en él se expresa dibujando cosas de aquí y del mundo. Opina que el medio, las circunstancias, el entorno geográfico, paisajístico, social y cultural, han influido, influyen e influirán en el modo de ser, de percibir y de afrontar la creación artística de los que habitamos esta isla, o cualquier otra. Algo equivalente a la relación conceptual entre persona y personalidad podría ser la relativa a isla/islicidad. José Luján tomó la iniciativa de convocar y dirigir este foro a raíz de la publicación de nuestro libro de ensayos La literatura y la vida, Mercurio Editorial, 2015, en el que se incide sobre estos conceptos.
El medio natural, las circunstancias geohistóricas, el entorno geográfico, paisajístico, social y cultural, han influido, influyen e influirán en el modo de ser, de percibir y de afrontar la creación artística de los que habitamos esta isla, o cualquier otra. Al que fuera amigo y colega Rafael Arozarena le oímos decir que los canarios tenemos un especial sentido de la existencia, nosotros morimos de uno en uno, lo cual quiere incidir en nuestro individualismo, en la poca capacidad para generar empresas colectivas. También es cierto que estas islas padecen el síndrome de haber pasado del Neolítico al Renacimiento sin estados intermedios, el aislamiento durante siglos y las penalidades de la historia –epidemias, sequías, emigraciones, invasiones piráticas, volcanes, etc- han generado un cierto sentimiento dramático de la vida, que es contrarrestado con el apego a la música y el folklore, la alegría de las parrandas y las fiestas populares. Parece claro, entonces, que todas las islas del mundo generan unas constantes sobre quienes las habitan, y por ello de alguna forma influyen en las expresiones creativas.

(Foto: Pepe Rivero, fundador del Museo)

2 comentarios:

  1. Recordar también a Juan Francisco González Díaz con sus talleres de poesia

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  2. Hubo además un público fiel de pintores y escritores

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