lunes, 21 de enero de 2019

Juan Jiménez, poeta, y por qué el regionalismo nacionalista es diferente en Tenerife y Gran Canaria


Juan Jiménez se fue mientras dormía, tuvo esa muerte dulce que muchos desearíamos. Cumplía 78 años, en los últimos tiempos una diabetes muy avanzada le impedía leer y escribir, nos lo contaba cuando lo veíamos en la calle Triana. Al final todo se lo dictaba a su fiel María Castro, aquella mujer del sur a la que dedicó un bellísimo libro en los años sesenta. En aquellos años de lucha y solajero, los niños de las aparcerías iban a la escuela con las manos manchadas de los tomateros. Y alzaba su voz de amor y lucha: Cantero por cantero / te iremos conquistando, / tierra nuestra. / Cantero por cantero / te levantaremos. Por suerte, a Juan Jiménez, a Orlando Hernández y a Francisco Tarajano los pueblos del sur les habían concedido honores, algunas calles en algunos municipios, y a Juan Jiménez el Can de Plata del Cabildo. Aquella gente de Poesía Canaria Última era personal de primer nivel, desde Lázaro Santana a Alberto Pizarro, Alfonso O’Shanahan, Eugenio Padorno, Ángel Sánchez, José Luis Pernas, Fernando Ramírez, José Caballero Millares, Manuel González Barrera, Baltasar Espinosa, Antonio García Ysábal y Jorge Rodríguez Padrón, curiosamente ninguna mujer, gente de una generación valiosa. Juan Jiménez venía de la sequedad, el viento y la penuria, lo dice así: A golpes de mochazo el sol, ardiendo. / A pasos de barranco el sol ardiendo. / El camino lleno de sol, / el mundo lleno de sol, / mis hermanas llenas de sol, / las manos llenas de sol no pueden más. Una poesía íntima y social, épica o contenida según las ocasiones. Compromiso e identidad. Como dijeron Luis Rivero y Pedro Flores, fue un poeta incómodo, con capacidad de análisis, implantación social y verso de calidad. El coraje de la pelea contra el sistema, el interminable franquismo.
Enero es un mes de muchas despedidas. A primera hora en el tanatorio coincidimos Lázaro Santana, Emilio González Déniz y Rosario Valcárcel. Estaba también el presidente Antonio Morales, uno de los pocos políticos que admiro, por su percepción de la cultura popular, por su defensa de la isla, por su honestidad personal, por su batalla por conseguir los equilibrios regionales, esa eterna discrepancia con el presidente Clavijo, en cuya misión hereda el impulso de Bravo de Laguna. Hace mucho que Gran Canaria se considera ofendida por los repartos, el hecho de que el presidente de la comunidad ha de ser tinerfeño, la política de sedes y personal, muchas cuestiones que vienen de lejos.
Por otra parte, cuando en 1987 me concedieron el premio Leoncio Rodríguez de artículos periodísticos convocado en Santa Cruz de Tenerife por el diario El Día coincidí en la cena con Elfidio Alonso, compañero que había sido en el periódico, con Adán Martín y Manuel Hermoso. El Día era un periódico liberal, regionalista y pionero de muchas cosas, por ejemplo fue el primer periódico que apostó fuerte por tener una redacción en la otra isla capitalina. Ernesto Salcedo le había quitado el yugo y las flechas y fue entrando gente muy joven, alumnos de la Escuela de Periodismo de La Laguna. Eran también los tiempos inaugurales de lo que luego fue Coalición Canaria y Tenerife comenzaba a bullir de entusiasmo. Era la hora de Tenerife, se oía por todas partes. Gran Canaria era la isla más poblada, había liderado las cifras de las recaudaciones durante largo tiempo, poseía una dinámica comercial importante, fue la primera en la industria turística, era la capital económica del archipiélago. A la hora del postre me tocó decir unas palabras sobre la región, la cultura y el futuro que deseábamos para nuestra tierra. Cuando terminé, tanto Elfidio como Adán Martín y Manuel Hermoso trataron de explicarme que justo lo que yo decía era el proyecto que ellos tenían para la región. Es decir: profundizar en las raíces, apoyar la identidad cultural, fomentar la solidaridad entre las islas, luchar frente a los antiguos complejos y ponerse a crecer. También estaban claros los límites: en el Club Prensa Canaria, que yo dirigía, intervinieron con frecuencia Hermoso y Adán Martín. Este último dijo: “Si Canarias fuera independiente, descenderíamos al nivel de Cabo Verde.”
Ahora, más de 30 años después, confirmamos que el movimiento regionalista-nacionalista de Coalición Canaria y de Nueva Canarias es en esencia diferente. CC nació de las agrupaciones del carnaval, la fuerza de los barrios, e integró a políticos que venían de la UCD de Adolfo Suárez mientras que lo que ahora es NC vino de las reivindicaciones del sur, un movimiento que tenía que ver con la marginalidad y la pobreza, con las luchas sociales. CC lleva mucho tiempo instalada en el poder y ello ha podido ser significativo en el despegue turístico y económico de Tenerife mientras que Gran Canaria es una isla de votante poco ideologizados que han dado mayorías al PSOE, a Unión del Pueblo Canario y a José Manuel Soria, pero nunca ha tenido una fuerza unitaria como ha disfrutado la otra isla. Simplificando mucho podríamos estimar que ATI-CC acoge a clases medias y medias altas, la burguesía platanera, mientras que Asamblea Canaria-ICAN-Nueva Canarias nació de más abajo, de gente trabajadora, clases medias bajas, la aparcería tomatera. El amigo Pedro Lezcano, ateo y comunista, fue el ideólogo de aquel partido, AC, que en Telde agrupaba a sindicalistas, cristianos de base, gente que venía de la izquierda digamos tradicional. CC y NC querían luchar por las islas, pero la procedencia ideológica de ambas era muy diferente. En las islas occidentales había fuertes vínculos con los sectores de tradición, las clases medias, mientras que en Gran Canaria lo que se estaba fraguando venía de la necesidad y de los sectores progresistas. Un partido más a la derecha y el otro más a la izquierda.
Echamos de menos aquella fuerza innovadora que trajo el regionalismo nacionalista en los ayuntamientos del sur de Gran Canaria. Desde los años ochenta Telde, Agüimes, Ingenio y Santa Lucía de Tirajana fueron punteros en la acción cultural, en la defensa de tantas cosas importantes que hoy parecen casi olvidadas. El regionalismo-nacionalismo canario tuvo tiempos mejores en el Congreso de los Diputados, ahora con una raquítica diputada por Tenerife, Ana Oramas, y con un Pedro Quevedo por las islas orientales, CC ha conquistado espacio en las islas de la provincia oriental y, en correspondencia, NC se abre camino en las islas occidentales. Ahora, con más partidos en liza, mucho tendrán que luchar para mantener el impulso, la raíz identitaria.

(Foto: Antonio Morales, centro)


1 comentario:

  1. Mas allá de los cimientos de los partidos políticos, está el infame sistema electoral canario que obedece, como no, a espurios intereses....

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