miércoles, 19 de abril de 2017

Los ingleses de la colonia celebran el fin de la guerra (Alonso Quesada)

Mr. Beard, Mr. Smith, Mr. Butter, Mr. Thorne, Mr. Crook, Mr. Downs, Mr. Parker, Mr. Bell, Mr. Bly, Mr. Murphy, Mr. Nelson, Mr. Perkins y los demás ingleses de la colonia han celebrado su banquete de paz del modo menos pacífico posible. Ninguno de ellos ha estado en la guerra, pero es como si hubieran estado. Un inglés siempre está con otro inglés. Y si a un inglés lo hieren en el frente, el otro que no ha ido también recibe la herida y posiblemente la condecoración.
Mr. Beard, Mr. Smith, Mr. Butter, etc., ostentan en el ojal de sus americanas el esmaltado botoncito del Over Seas Club. Es muy importante ser del Over Seas Club. Los que no pueden ser lores son del Over Seas Club y es lo mismo. Para asistir a este banquete es preciso que todos fueran del club susodicho y es también condición precisa lucir en el ojal el botoncito.
Estos amables ingleses, heridos de un modo honorífico, han tomado tres, cuatro, cinco, diez automóviles, y se han dirigido al hotel más inglés de la isla. Las mises los han aguardado en el jardín cogiendo margaritas y haciendo de una manera ideal el papel de enfermeras de la Cruz Roja.
En el comedor, donde se ha celebrado este banquete, había un retrato de Lloyd George, el hombre de la guerra, y muchas banderas inglesas. Una pequeñita francesa y en los rincones más escondidos algunas belgas y otras italianas. Pero ninguna yankee.
Los ingleses se sientan a la mesa y dicen ¡Hurra! Este hurra ha salido primero de una botella de whisky y los ingleses lo repiten. Las mises, dulcemente, medio desnudas, parecen sorbetes de fresa. Blancas, rosadas, ligeras, graciosas y frías, como el hielo. Dan la impresión de que la carne es de nieve y que han de congelarse los dedos que se posen sobre los senos diminutos.
Mr. Beard, Mr. Smith, Mr. Butter, etc. hablan alto, en tono de banquete español. Las suaves palabras inglesas tienen esta noche un sonido de duro y áspero romance. Hoy está permitido este tono. Es día de paz y todo lo que no sea pacífico resultará elegante. Las inglesas sonríen siempre. Y los ingleses están satisfechos de haber ganado la guerra desde sus oficinas. ¿Cómo es posible que la guerra se gane desde una oficina?
Los ingleses la pueden ganar de todas las maneras. Uno de estos ingleses ha estado escondido en el campo cuatro años. Nadie le ha visto en la ciudad. Estaba bajo el parral de una finca ganando la guerra. Los alemanes no han podido herirlo, no han podido matarlo, pero él se ha herido hipotéticamente y ha ganado la guerra bajo las uvas. Ahora se levanta, con la copa de champagne en la mano, y lo dice: "Señores, hemos ganado la guerra. Brindo por los que nos han ayudado a ganarla desde las trincheras."
Este inglés es Mr. Butter. En la ínsula, la gente averiguó, de casualidad, que Butter significa manteca y el señor Butter es conocido por Mr. Manteca. Mr. Manteca es un hombre rubio, sonrosado, de ojos azules. Él ha ganado dos guerras desde su parral. La guerra del Transvaal y la europea. Ahora brinda por esta y recuerda de paso el éxito de la otra.
Las inglesas palmotean. Mr. Manteca es muy espiritual y muy tierno.
Luego se levanta Mr. Bell y dice también su brindis: "Señores y compatriotas: Yo brindo por los hombres que han hecho las municiones. Si estos hombres no hubieran hecho las municiones no hubiéramos ganado la guerra. La guerra se ha ganado por el esfuerzo de estos hombres."
¡Muy bien! All right!, dicen Mr. Nelson, Mr. Perkins, Mr. Murphy y las inglesitas de los pechos enanos. ¡Hurra...! ¡Que brinde ahora Mr. Crook!
Y Mr. Crook se levanta, y como es un inglés galante, exclama: "Brindo por las enfermeras. Si no hubiese sido por las enfermeras, la guerra no se gana. ¿Sin enfermeras quién hubiese atendido a los heridos?
El brindis de Mr. Crook produce cierta melancolía en los corazones de las mises. ¡Oh! Mr. Crook, qué lástima que no sea español para amarlo, piensan las rubias "girls". Es demasiado blanco, demasiado gris perla. El monóculo parece una vitrina que lo guarda.
Pero los brindis siguen (...) Desconsoladas, las mises piensan que los españoles han hecho muy mal en ser "tan demasiado" neutrales

(1919)

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