miércoles, 22 de octubre de 2014

Somos monstruos, no solo en Halloween

Ahora que viene la fiesta de los disfraces terroríficos, ahora que nos aproximamos a la noche en que buena parte de las culturas conmemoran a los difuntos, hemos de reconocer que estamos rodeados de monstruos muy impactantes y siniestros a lo largo de todo el año. Por ejemplo, personajes de la vida pública en la que teníamos depositada nuestra presunción de honorabilidad, a ellos les habíamos otorgado la máxima confianza por sus trayectorias ejemplares al servicio de toda la comunidad. ¿Qué otra cosa podríamos decir de gente como Blesa, Rodrigo Rato, el clan de los Pujol, Urdangarín y el largo etcétera todos los cuales se siguen paseando impunemente entre las gentes de bien a las que defraudaron gravemente?

Los monstruos se nos han colado debajo de la mesa y ahora asoman sus siniestras tarjetas opacas, sus pelotazos, los miles de euros de sus copiosas cenas y sus visitas a las casas de masajes, sus viajes cinco estrellas, sus risas y cuchufletas ahora que los desahucios se incrementan y muchas familias que un día lejano integraron la clase media han de ir a comer cada día en Cáritas. Y no pasa nada. Debe ser que este es el país de la amnesia, y más allá de los titulares escandalizados de los periódicos, aquí no dimite nadie, aquí nadie afronta sus responsabilidades ni sus culpas, aquí todo el mundo dispara con pólvora ajena y santas pascuas aleluya. Y por eso nos quedamos tan contentos, con las triunfales expectativas del partido en el gobierno, que nos señala a la cabeza de la ¿recuperación? de la economía en toda la eurozona, con un crecimiento mucho más espectacular y sustancioso que los que puedan alcanzar Alemania, Francia y todo el resto. Allá Montoro y Guindos con sus euforias que pocos han de creer.

El país necesita héroes y heroínas que tengan la casta de Teresa Romero, la infectada del ébola que ha luchado y todavía luchará bravamente contra todos los presagios, contra ese monstruoso virus que se le coló en su organismo porque las cosas se hacen precipitadamente, sin entrenamiento, sin formación, y encima acusándola de cosas bastante graves sin que al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid le hayan cortado su lengüita jactanciosa. La brava Teresa a la que le mataron el perro porque somos un pueblo de chapuzas e ignorantones que aplican los reglamentos con su manera estrecha de entender el mundo. Teresa Romero es un símbolo de la capacidad de pelea y de resistencia que tiene el pueblo llano frente a los desalmados. Porque el pueblo llano no es tan lelo como parece, el pueblo llano es capaz de desarrollar anticuerpos frente a todos los virus, frente a todas las corrupciones actuales y las que han de venir. Por cierto: el New York Times ha elogiado a Cuba por ser el único país conocido que manda médicos a África a fin de poder atajar en el terreno el avance del temible virus del ébola. Debe ser que el resto de los países están ocupados en mirarse el propio ombligo.

Esta fecha que se avecina, justo para la semana que viene, era extraña entre nosotros hasta hace poco tiempo. Teníamos lo de la Noche de Finados, que se celebraba en los pueblos sobre todo con castañas asadas y anís o vino dulce para los frescos otoñales. Pero EEUU nos contagia con su poderosa maquinaria, y de este modo la víspera de Todos los Santos o Noche de Brujas en la cultura de los celtas se ha introducido fieramente entre nosotros, una especie de carnaval algo tétrico que convoca aquí y allá a la muchachada con ganas de emociones alcohólicas. Tal noche como esa se fraguó en Madrid la muerte de varias jovencitas que participaban en una megafiesta para la que no había medidas de seguridad ni servicios médicos ni tampoco el auxilio de la policía local, y cuyos responsables siguen por ahí vivitos y coleando, sin mayores explicaciones. Como suele suceder, los procedimientos judiciales aquí son lentos y el pueblo duda del sentido de los responsables de dictar sentencias.

               El calendario de las conmemoraciones próximas se impone no solo en EEUU, Canadá, Irlanda y Reino Unido sino también en zonas del mundo latinoamericano y en gran parte de España, y por ello en la noche del viernes 31 habrá fiestas de disfraces, la proclamación del truco o trato, la rememoración de las tradiciones de las brujas que asustaban a nuestros vuelos en los tiempos en que no había luz eléctrica en los caseríos, el relato de historias de miedo y la programación de películas de terror en las cadenas de televisión. Del mismo modo Papá Noel tiene casi perdida la batalla ante el poderío de Santa Claus, a quien los niños ya denominan simplemente Santa, tal como nos enseñan las películas hechas allá, que dominan la programación en las fiestas navideñas, para las que apenas faltan un par de meses. Pero, con respecto a la noche de Halloween, humildemente creo que ahora ya no es preciso invocar los mundos terroríficos ni las películas de miedo, porque la realidad de cada día nos aporta suficientes sustos que tal vez nos dificulten aquello de dormir a la pata llana, sin agobios ni preocupaciones por la estricta actualidad, sabido es que los humanos tenemos suficiente capacidad de enredar las cosas.

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