Ante la sentencia criminal de la Corte de Justicia (la
palabra justicia puede ser silenciada) y en desmedro de nuestra condición de
ser y los derechos humanos del pueblo todo una afrenta a toda una generación de
muertos, con ideales e ideas, que pensaban “otra sociedad”, manifiesto desde
Argentina, lo siguiente:
Soportamos un sistema asesino, simulador,
esquizofrénico, sin límites en su accionar en detrimento de seres humanos en
estado de anestesiamiento, degradación y despojados, en acto, de todos sus
derechos, sin conciencia alguna de su pertenencia a la que se denominaba en un
tiempo “naturaleza humana”. Los psicópatas que dictan y deciden sobre la vida
de la comunidad, humillada y degradada en su ser y estar en el Uruguay, ante la
sentencia de la “corte de las miserias”, que decidió cerrar las causas de
delitos de lesa humanidad, cometidos contra nuestra condición humana, los
terratenientes y la oposición, están en pie de guerra contra el “deber ser”, de
manera clara. Sujetos sombríos, implicados en los mecanismos de administración
de la explotación, o en las operaciones de destrucción y opresión, bajo la
puesta en acto, en este caso, del accionar degradado de una Justicia manipulada
a su antojo por estos traidores, donde la ley es un cepo de la libertad de
elección de una existencia que brinde satisfacción del pueblo.
Nadie, cumpliendo funciones en cualquier
poder, tiene la audacia o coraje de reconocer, visualizar, ni aún menos
denunciar el peligro que deviene de esta “fractura social” que se produjo y que
devendrá en una historia que se creía superada. El enfrentamiento de los dignos
contra los mercaderes de los poderes esta planteada; esta instancia señala un
punto de inflexión y no puede ser pasada por alto: la confrontación a que nos
expuso esta corte y la oposición siniestra merecen una réplica contundente y
sin miramientos. Nadie parece oponerse públicamente dando la cara, nadie
intenta revertir la masacre y menos aún señalar denunciando el credo que ordena
esas virtualidades siniestras en plena vigencia y uso, cuando la necesidad de
crear un nuevo modelo de sociedad se impone sobre todas las leves prisas de
este mundo del consumo y la ignorancia.
Y esta “imagen del presente” que doy está
basada en otra que, en mi opinión, es objetiva, histórica y revolucionaria. Y
es la de que “todo poder es instrumento de opresión, de coacción, de dominio
ciego y arbitrario (y) es, por definición, obtuso (enemigo de la inteligencia),
inhumano (enemigo de la liberación del hombre), y despótico (enemigo de la
libertad)”; lo cual quiere significar, palabras más palabras menos, que entre
los intelectuales y el poder hay una pelea desde siempre que solo dirimen el
dinero, el exilio, la censura o la muerte.
Si procedemos de acuerdo con lo que he
manifestado, seremos consecuentes con la razón de ser de nuestro oficio de
intentar existir en un mundo para todos, con fidelidad a nuestra posición de
compromiso con la justicia en libertad, verdad y el enfrentamiento natural con
la opresión y el despotismo del poder en todas sus formas
(Publicado hoy, lunes 4 de marzo, en La República , de Uruguay)
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