martes, 24 de julio de 2012

Gallardón se quita el disfraz

Resulta que algunos ingenuos todavía confiábamos en que en España apareciera una derecha moderna, laica, tolerante, como las que existen en Francia, Alemania o Inglaterra. Y resulta que el antes admiradísimo Gallardón, hombre que se suponía era el ala avanzada del Partido Popular, cada vez que abre la boca va y se destapa. Hasta el punto de que sus opiniones van mucho más allá de lo que cabía esperar. ¿En qué cabeza cabe eliminar como uno de los supuestos elementales del aborto el hecho de que el feto presente malformaciones? ¿Es que todos los que aspiran a ser padres están condenados a recibir “lo que manda Dios”, incluso si el niño viene con síndrome de Dawn o le falta una pierna? Por favor, por favor.
El “centrista” Gallardón desenmascara a esa derecha cerril, antediluviana, carpetovetónica, que en siete meses de gobierno ha hecho lo mismo que hacía Zapatero: improvisar recortes, plegarse a los mandatos de la Merkel y de Bruselas, agravando semana a semana la situación de nuestra economía. El ínclito Gallardón -que pensábamos era un hombre culto, pues dentro de su partido es uno de los pocos que lee libros, va al cine, oye música clásica- es un hombre tosco y tan impresentable que si hubiera elecciones anticipadas no nos extrañaría nada que el partido de la díscola y gritona Rosa Díez se llevara un subidón de campeonato. Pues el PSOE ha cerrado mal su crisis, es decir, que no la ha cerrado. Rubalcaba no satisface esperanzas, Carmen Chacón lo haría mejor pero tiene en su contra el hecho de ser mujer y de ser catalana.
Volviendo al ministro de Justicia, hay quien cree que si el aborto se endurece las mujeres tendrán que volver a los abortos clandestinos o a los viajes a Inglaterra. Los jueces más conservadores critican la idea y el colectivo Jueces para la Democracia argumenta que hay un “empeño casi obsesivo por criminalizar una conducta despenalizada y aceptada socialmente. El planteamiento de Gallardón supone un ataque a los derechos de las mujeres y una restricción de las libertades individuales.” No es una prioridad hablar ahora de un tema  resuelto y tan consolidado en la democracia española como el divorcio o el matrimonio de homosexuales. ¿Acaso se trata de desviar la atención sobre los errores del Gobierno y el caos de la economía, con De Guindos y Montoro como plañideras?

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