lunes, 5 de marzo de 2012

¿Por qué las modelos nunca sonríen ni guiñan el ojo?

Como vivimos en una sociedad de pasarela y fulgores, recomiendo ir alguna vez a un desfile de modelos. Ellas, hieráticas, con mucho gimnasio a cuestas, delineadas a la perfección, avanzan cruzando los pies sin dudar. ¿Por qué las modelos nunca sonríen ni guiñan el ojo? Porque responden a un guión ensayado hasta la saciedad, porque ejecutan los rituales del glamour. Lo que más me gusta es la ambientación musical, se agradece que programen Stand by me y La vie en rose mientras desfilan con sus portentosas coreografías. Las modelos parecen robots con esos trajes imposibles que nunca se exhibirán en un escaparate, pero que por el mero hecho de desfilar ya tienen una cotización importante. Las modelos son un espectáculo y recogen el runrún de la admiración. Y luego, en el lento y tedioso cóctel, ellas siguen posando con su careta imperturbable. Semidiosas que juegan a ser inalcanzables.

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