lunes, 16 de agosto de 2021

Guateque (cuento)

 


Los cinco palpándonos a tientas, en el ático de Lope de Vega desde el que se ve parte de la grada del estadio. Richard cambió el bombillo porque daba mucha claridad y puso en su lugar uno que expele una difusa sombra roja sobre la alfombra que ya hemos manchado de ceniza y besos, ahí al lado la cama con la promesa azul de su vientre de lavanda. Javi, sin pareja, se aplica al tocadiscos, deja entrar ese fantástico LP de los Rolling que trae lo último, qué virguería. Y vendrá Aretha Franklin seguida del I’ve been loving you too long, con giro a este blues descarnado que estrecha campos de imán en las cinturas cuando Yoni apresa a Inma y se ponen a bailar sin moverse, suben y bajan las manos a lo largo de la espalda, husmean, recorren, se detienen. Y las niñas se dejan lamusear junto al cuello, es casi el atardecer sobre el Teide cuando Yoni e Inma se van al otro cuarto, a por más cap, un líquido dulzón que parece sangría, suave, blandito. Pachi se extiende en el lecho, voy alisando sus cabellos en la almohada, hace un quiebro, la persigo. Mejor que seamos pocos, me dije, ya que es la única forma de conseguir algo; lo malo es que tienen que irse temprano, a las diez lo más tardar. Viven en Herradores, sus padres son gente seria, cochino sistema. Inma contó que estuvo en el pitote aquel que se armó delante del A-Go-Go cuando la policía cogió a tres con pastillas, supieron dónde las conseguían. Con esto del estado de excepción te meten un soplón en cada ojo. Javi contento por cumplir los 21, la mayoría de edad, chacho: a los veintiuno lo único que consigues es el derecho a ser fusilado en consejo de guerra. Empeñado en ir al grano, nada de florituras y besitos sino mojar ya, para eso conseguí capsulitas en el Puerto de la Cruz, que las animan al amor. Suena Je t’aime moi non plus, la de los suspiritos. A Pachi le encanta la meditación cuando le llega el vómito de hashish bien adentro, como si estuvieras por encima del mar, allá en Piccadilly, su super-ego que trasciende, borrachera dulce igual que pluma al viento. Richard es de Vancouver y la conoció en el campamento de El Médano pero a las nueve las pibas no quieren sexo sino que se están cayendo de sopor. Oye ¿se te fue la mano con la dosis o confundiste las pastillas de yohimbina afrodisiaca con el frasco para dormir?                                   

(De "Cuentos traviesos/Cuentos gozosos", Mercurio, 2017)

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