lunes, 14 de mayo de 2018

La "Siervita" de La Laguna (Sabas Martín) y el poeta Luis A. González Hernández

Cada 15 de febrero una multitud madruga en la Plaza del Adelantado para venerar en el convento de Santa Catalina a María de León Bello y Delgado, la monja de El Sauzal que lleva incorrupta casi 300 años y a la que se le atribuyen milagros y hechos extraordinarios. Sabas Martín (Santa Cruz de Tenerife, 1954) nos trae Un rumor de siglos (Mercurio), la biografía novelada de la célebre Siervita. Un texto narrado en primera persona en el que la monja, que falleció en 1731, va contando su vida con un estilo directo, un lenguaje cuidado, bien documentado, un lenguaje de época rico en arcaísmos. Hay descripciones del Tenerife de la época, se tiene la impresión de que estás leyendo el guión de un documental, y –aunque es casi inevitable que haya ciertas reiteraciones– el texto fluye bien. De este modo, indagamos en el misterio, en circunstancias y hechos extraordinarios que han tenido eco en el pueblo llano. La monja ejercía sobre su cuerpo durísimos castigos y disciplinas, presentaba llagas y laceraciones que recuerdan la Pasión de Cristo, y su muerte presentó signos extraordinarios. ¿Cómo es posible que un cuerpo permanezca incorrupto y exhalando un perfume de jazmín? Sabas ha evitado la construcción barroca, y el texto se hace más cercano, es versátil y se lee con mayor facilidad que otras obras suyas.
Fue un proyecto largamente acariciado, requirió una abundante documentación y ve ahora la luz. En él desfilan personajes como Amaro Pargo, el corsario bueno, el que hizo tantas obras de caridad, así como un fraile a quien en el Puerto de la Cruz vieron desplazarse por el aire, una portentosa levitación. Una monja, de la que existen 1251 hechos extraordinarios tenidos por acciones milagrosas en viejos legajos, pero cuyo proceso de canonización, y previamente el de beatificación, no avanzan. Es la esencia del destino humano: dejar solo olvido, lo mismo que ha sucedido con las 60 casas del pirata generoso con los pobres, Amaro Pargo, del que tampoco queda nada material. El autor no ha elaborado una exaltación devota de la protagonista, sino que nos presenta  personajes humanos y carnales, con sus luces y sus sombras. Prefiere hablar de prodigios, de misterios y de hechos extraños antes que de milagros, y se pregunta si solo existe una realidad cierta o si la realidad es más profunda y más compleja que la aparente. Ensanchar las fronteras de lo real desde la realidad fielmente documentada, traspasar las lindes que la acotan, y hacerlo desde la biografía y los hechos comprobados; tal ha sido el propósito. Todas las religiones presentan hechos tenidos por milagrosos, pero el autor no pretende hablar de milagros sino ensanchar las fronteras de lo real desde la realidad fielmente documentada, traspasar las lindes que la acotan.
Este es un escritor con más de cuarenta volúmenes publicados en distintos géneros, y por los que ha recibido distintos premios. Su novela más conocida, Nacaria, recibió el Alfonso García-Ramos. Una obra amplia y compleja, traducida a varios idiomas, y destacada no solo en narrativa sino también en teatro, poesía, narrativa infantil y juvenil. Su teatro se ha representado dentro y fuera de Canarias, y tuvo altos cargos en Radio 5, de RNE. Textos suyos figuran en la discografía y el repertorio de diferentes compositores musicales, grupos de pop-rock y la Orquesta Sinfónica de Tenerife.
Con la colonia canaria compartimos presentaciones y encuentros en aquel Madrid de la Casa de Canarias (Jovellanos, 5, frente al Teatro de la Zarzuela), copas de vino y de amistad, libros, exposiciones, tertulias. Aquella pandilla de escritores y pintores se reunía con cierta frecuencia para presentaciones y exposiciones: quien suscribe y el propio Sabas Martín fuimos miembros de la directiva, promotores interesados en los actos literarios. Por allí Rosario Valcárcel, también Luis Arencibia, escultor y pintor teldense; Luis Alberto Hernández, pintor gomero; Luis Antonio González Pérez, poeta teldense; Fermín Higuera, poeta tinerfeño; Verónica García, poeta grancanaria, hija de García Ysábal; Andrés Delgado, el pintor de Güímar con su mujer Heidi, además de puntuales apariciones de Juan Cruz, Nicolás Melini, Jorge Rodríguez Padrón, J.J. Armas Marcelo, Justo Jorge Padrón, Fernando G. Delgado, etc. 
Luis Antonio González Hernández, poeta canario, ha publicado (Verbum editorial) su nuevo poemario, Kohikuré, en el que nos cuenta sus emociones y desarraigos, sus esperanzas, sus sombras y sus amagos de nostalgia y soledad. Esta editorial intenta desde sus inicios dar a conocer voces poéticas de prestigio poco conocidas en España, y así han editado a Gastón Baquero y otros nombres hispanoamericanos, poetas chinos, de Corea, Japón, Turquía, Estados Unidos, autores de África y españoles como Luis Antonio de Villena, Antonio Gamoneda, etcétera.  En el libro hay un cierto nihilismo a lo Alejandra Pizarnik, son textos –como dice el autor– nacidos de la necesidad, de la rememoración, de la infancia: Los hermosos ojos azules, / casi grises, / de mi madre. / Bebé afortunado, ahora sé: / su amorosa mirada protectora / me ha seguido siempre. El autor se asoma a la contingencia, a lo que transcurre sin dejar apenas huella. Nadie te espera. / Transitas en silencio tu ligero final. Hay una cierta decepción vital, una premonición de los vacíos, una secuela existencial en la que solo importa el momento. Kohikuré es una palabra sin significado, y tras ella se agrupan seis secuencias en las que bucea en las contradicciones de la condición humana. Del Mar y la Mirada recoge los tránsitos imprescindibles, interesante la serie agrupada en Evocaciones, con textos que se refieren a Miguel Hernández, Emily Dickinson, y a lugares como África, Túnez o Sáhara. Son paisajes y situaciones que conmueven o inquietan, contraluces y silencios, todo empieza y termina a un tiempo. Ya decíamos que hay soledad, amor/desamor, optimismo/pesimismo. Tan real como la vida misma es este libro casi clandestino. Así en el poema titulado Pasado mañana leemos: Fluye el tiempo / ahorcado en sueños de cristal, / como acequia imposible / que nunca retorna / –ritmo obstinado– / marcando la distancia / a un surco inalcanzable / pero cierto. Dicho con sus propias palabras: He ido publicando algunos poemas, que antes iban a parar a la papelera. No he querido presentarlos en público ni “promocionarlos”, limitando su distribución al círculo de parientes y amigos. Tal vez no merezcan un mayor alcance. Esto es lo que afirma el autor, pero Kohikuré no es punto de llegada sino una etapa más del camino de un hombre que nos trae gozos y tribulaciones, su exilio sentimental.

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