El
mar es nuestro paisaje, nos aísla y comunica. Tomás Morales, Alonso Quesada,
Saulo Torón, Pedro García Cabrera y Manuel Padorno lo expresaron. Tomás fue la
vitalidad exuberante, el impulso dominador. Médico, intelectual mimado, ve un
mar triunfante en una ciudad emergente, puerto de cien banderas: Atlántico
infinito, tú que mi canto ordenas. Alonso Quesada, al contrario, ve el mar como
renuncia, vivir en una isla significa castración, enjaulamiento; las rejas que
impiden trascender. ¡El sol dando de lleno en los peñascos / y el mar… como
invitando a lo imposible! Pedro García Cabrera fue modesto empleado de la
Refinería, perdedor de la guerra civil. Su cautiverio y sus heridas íntimas le
hicieron fraguar otro concepto del mar, como mar de las quimeras, símbolo de
angustia esperanzada. Un día habrá una isla / que no sea silencio amordazado.
Pero el mar de Morales y de García Cabrera no es antitético, sino más bien
complementario, porque el mar radiante y el mar doliente constituyen dos lados
contiguos del insular. Ser isla, vivir hacia adentro, asumir el espacio
interior, no suele ser tarea fácil ni cómoda. García Cabrera, siguiendo la
estela de Alonso Quesada, acentúa el espacio de la derrota y bebe en las
fuentes de los que han sido humillados, como Alberti, Salinas o Hernández;
Tomás Morales representa el despegue de una burguesía mercantil y portuaria, y
conecta con el sentido épico de Darío, Saint-John Perse o Walt Whitman. De una
parte, el mar grandioso, exultante y eufórico que nos lleva a buscar el origen
mítico, la Atlántida, las Hespérides, el Jardín del Edén, y, de otra, el mar
sufriente. El mar imprescindible, como decía Saulo Torón en El caracol
encantado: El mar es a mi vida / lo que al hambriento el pan; / para saciar mi
espíritu / tengo que ver el mar. Con Manuel Padorno el poeta se vuelve un
contemplador del universo, con felices hallazgos sensoriales el mar de Las
Canteras se manifiesta como su icono. La poesía es una iluminación, y es lógico
que sea así porque Canarias es la tierra de la luz. Una luz simbólica,
reveladora de otra realidad, la que el poeta captura y nos entrega. Navegaré
las mares infinitas, / mi casa construida con el agua, / embarcación azul, nave
de luz / de proa hacia el desvío...
(Foto: www.maspalomasahora.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario