martes, 24 de mayo de 2016

¿Volveremos a votar en Navidades?

Resultado de imagen de congreso de los diputados fotos grandesEl enfado de la gente es muy visible, porque la ciudadanía esperaba que los representantes que fueron elegidos hace cinco meses fuesen capaces de articular entendimientos mínimos que condujeran a la gobernabilidad. Es lo menos que se les puede pedir a los políticos que llevan nuestra voz al Congreso de los Diputados, a las más altas instancias de la nación. Ellos actúan en nuestro nombre, delegamos en ellos para que conformen una mayoría. Pero nuestros legítimos representantes nos han obligado a pasar de nuevo por las urnas, sin que hayamos percibido examen de conciencia ni propósito de enmienda. Muy al contrario: unos y otros se han afanado en expresar que no se mueven ni un centímetro. El afán de protagonismo y la soberbia han tumbado las expectativas ciudadanas, pues a nuestra democracia le falta algo que en otros países está ya muy consolidado, y es la normalidad del pacto. Está claro que las mayorías absolutas son un fenómeno poco frecuente en Europa, y con ello se desarrolla en los partidos políticos una predisposición a la negociación, al ejercicio del máximo consenso posible. Sin olvidar que en países europeos ha habido gobiernos en funciones durante más de un año y ello no ha supuesto un grave deterioro de la cosa pública.
Debe ser que todavía España es diferente para estas cosas. El señor Rajoy valora ser el líder del partido más votado, y por ello nadie ha de reclamarle que dé un paso a un lado. El señor Sánchez indica una y otra vez que él nunca va a sentarse a hablar con el señor Rajoy. El señor Rivera advierte que él nunca pactará con el Partido Popular si el señor Rajoy se empeña en ser el presidente del gobierno, exige que dé un paso a otro candidato, le urge a que ponga en primera fila a otra figura de su partido. Y el señor Iglesias, que ahora se siente tan fuerte al haber negociado un frente común con Izquierda Unida, advierte que si él va a ser el presidente del gobierno no tendrá inconveniente en que el señor Sánchez sea su segundo en la tripulación. Soberbia en unos y otros, altivez, desafección, escasa voluntad de servir al ciudadano. Las rencillas se han ido cocinando de tal manera que ni sabemos si va a haber debates a cuatro, a cinco, a dos, o a lo que sea. ¿Y qué ocurre en el mundo judicial, que unos jueces se lanzan a la yugular de otros jueces dejándonos un panorama de inauditas cuchilladas?
¿Quién se atreve a pronosticar que en el largo y cálido verano vamos a tener, por fin, un gobierno que aleja esta sensación de provisionalidad? Tal vez nos quede el consuelo de que en otros países europeos que funcionan bien ya se ha dado este caso de gobiernos en funciones durante un año, hasta un año y medio. ¿Pero quién convence a los nuestros de que pongan en la presidencia a una figura secundaria, a un independiente, al líder de una formación pequeña? ¿Quién les hace razonar que debe llegar más pronto que tarde la hora de las mujeres al poder, con Soraya o con Susana, de la misma forma que no sería mala idea que en Estados Unidos llegase a la presidencia la señora Clinton?
La gente de a pie aprecia mucho inmovilismo, una aparente incapacidad para escuchar los argumentos del vecino. Y, al final, se volverán a formar dos bloques antagónicos: las derechas a un lado y las izquierdas al otro, como siempre. Porque, a fin de cuentas, esto es lo que hay y la historia siempre se repite, sin que espabilemos para aprender sus lecciones. Puestas así las cosas, las encuestas ya están echando humo, pero lo más probable es que, escaño arriba, escaño abajo, el panorama del 26-J va a ser bastante parecido al que ya tuvimos en diciembre. ¿Y qué partido será la segunda fuerza política, el histórico PSOE o el nuevo Podemos con Izquierda Unida? Hay gente desencantada y muy enfadada con la situación, que no dudará en votar a Pablo Iglesias, pero también hay gente a la que le da miedo tener aquí una opción de gobierno a la venezolana.
La lucha por ocupar el centro-izquierda va a ser de campeonato. Hay quienes piensan que si los socialistas caen al tercer puesto van a levantarse los cuchillos contra Pedro Sánchez, y su liderazgo va a ser muy cuestionado por Susana Díaz y los otros barones territoriales. ¿Y si el Partido Popular no es capaz de sentar a otra fuerza cómplice para formar gobierno, habrá algún tipo de responsabilidad, habrá lucha interna? Ahora mismo la ciudadanía percibe que hay más inestabilidad entre los socialistas.
La gente espera que el 26-J sea todo diferente, y que por fin asome la sensatez y la responsabilidad que tanta falta están haciendo. Porque Europa ya nos está esperando para poner nuevos deberes: las penalizaciones y los recortes no han cesado ni mucho menos, la señora Merkel y Bruselas vendrán a visitar al nuevo gobierno que surja de esta especie de segunda vuelta electoral que tenemos programada para dentro de muy poco. El gobierno dice que el déficit se ha disparado porque las autonomías, algunas de ellas, se empeñan en no corregir el rumbo del gasto. Llama la atención un cierto grado de comunicación entre el gobierno en funciones y los gobernantes de la Generalitat, pues el señor Puigdemont no ha hecho demasiado asco a entrevistarse con el presidente Rajoy, cada uno enrocado en sus planteamientos ya tan conocidos. En cuanto a la marcha de la economía, las cosas no han mejorado de manera importante, antes bien, la deuda ya sobrepasa el producto interior bruto y menos mal que el turismo sigue llenando los hoteles y generando un impulso económico de primer nivel. Difícil va a ser que Canarias sobrepase en años venideros la cifra histórica de 13 millones de visitantes que hemos alcanzado gracias a la ruina de los países musulmanes, donde por supuesto hay una economía todavía más precaria que la nuestra y donde el descenso de turistas está generando dificultades a países en desarrollo. ¿Estamos siendo capaces aquí de generar una recuperación económica sostenible en base a ese record turístico de estas últimas temporadas, o todo es tan circunstancial y efímero que apenas dejará huella? ¿Van a reconvertirse los establecimientos turísticos ya obsoletos para seguir siendo competitivos en un futuro próximo?


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