martes, 16 de diciembre de 2014

Una de cal y dos de arena

Hay dos actividades que recuperan credibilidad pese a la crisis que todo lo devora. De una parte los jueces, porque, superando etapas en las que parecían mirar hacia otra parte, ahora están investigando y mandando a la cárcel a más de un corrupto. De otro lado, el periodismo –tan devaluado en los últimos años por el amarillismo, el sectarismo, lo superfluo y la frívolo de la llamada prensa rosa– recupera prestigio, en la medida en que gracias a buenos profesionales han sido destapados numerosos escándalos de comisiones ilegales, malversación, apropiaciones indebidas, cohechos y cien mil delitos más que repercuten en la ciudadanía. Somos un país sin corrupción administrativa, pero con alta podredumbre política, y ello se origina por la falta de incentivos y controles administrativos. Está claro que no hemos de compararnos con países tan tradicionalmente insanos como algunos de América Latina, África o Asia sino con los del llamado Primer Mundo. Lo cierto es que el runrún ciudadano se incrementa: la angustia por la corrupción es un problema muy grave para la gran mayoría de los ciudadanos en el último Barómetro del CIS, aunque el principal problema sigue siendo el paro y su derivación en el empobrecimiento de la población.

En los medios de comunicación manejamos estadísticas cada día, hay quienes opinan que son mentirosillas, también hay quienes las adoran. En todo caso, no se puede negar que reflejan buena parte de la realidad. Por ejemplo: en Canarias aumenta la exclusión social, se han disparado los núcleos familiares en grave situación de pobreza, lo dice el reciente informe de Cáritas. Cuatro de cada diez familias son pobres, la desigualdad que se da en las islas supera a la media española. Los salarios en España se sitúan en niveles inferiores a los de 2007, repunta tímidamente el empleo pero los empresarios nos quieren con contratos basura, mucha temporalidad y sueldos que se asemejen a la India. Esta caída salarial que nos aproxima al Tercer Mundo impulsa el todo incluido en los hoteles, por ello se ofrecen paquetes a 20 euros por día en la costa catalana, Canarias y Baleares. Verdades como puños que matizan a la baja el optimismo de la reactivación que nos venden  desde el gobierno.
Los gobernantes manipulan las estadísticas a su antojo, ya se sabe que desde el poder ello resulta fácil. Las estadísticas pueden ser miradas de una u otra forma, es aquello de la botella que está medio llena o medio vacía. Cada partido político utiliza sus propias encuestas, sus sondeos de opinión interesados, los números no dicen toda la verdad pero hemos de manejarnos con ellos. Pues bien, España sigue siendo un país descompuesto. El estudio de Transparencia Internacional que analiza la corrupción en 175 países nos sitúa en el puesto 37. Dinamarca es el más honesto del mundo, seguido por Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia y Noruega. En comparativa con países de la Unión Europea, nos superan casi todos. Alemania está en el puesto 12; Reino Unido, en el 14; Francia, en el 26, y Portugal, en el 31. Incluso países como Bután, Botswana, Chipre o Puerto Rico mejoran los niveles de España. Respecto a los vecinos europeos, solo Grecia e Italia se situán peor.
Transparencia Internacional en España ha destacado que en nuestro país la corrupción no es estructural, pero sí "con un nivel más que alarmante en política", con la connivencia de las empresas, aquello de las comisiones para financiar a los partidos políticos y a su aparato. Ni al PP ni al PSOE les interesa resolver este feo asunto de la financiación ilegal mediante las archifamosas comisiones. El estudio recoge la preocupación por los escándalos de putrefacción política "en los niveles superiores de los partidos, y en los gobiernos locales y autonómicos.
No se quiere hacer una lectura catastrofista y se pone énfasis en el camino de mejora. En este sentido, se mencionan los avances que implicarán la Ley de la Transparencia y la bajada de la percepción de impunidad. La corrupción jamás se corregiría si existe una sensación de impunidad y ahora en España empieza a haber la percepción de que los delitos se pagan. Se ha incrementado la impresión de que los corruptos no siempre se libran, y, como decíamos, son cruciales el papel de la Justicia por una parte y del periodismo de investigación por otra.
Una de cal y otra de arena. España se ha convertido en el país de la Unión Europea (UE) con la esperanza de vida más alta, 82,5 años, gracias al incremento que se ha conseguido desde 1990, que le ha permitido adelantar a Suecia, Holanda, Grecia e Italia. Sin embargo, en los últimos tiempos ha aumentado la mala nutrición y con los recortes en Sanidad ha bajado de manera importante la calidad asistencial. De todos modos, estamos al frente en esperanza de vida de las mujeres, 85,5 años, cifra superior a la de las francesas, las italianas, las luxemburguesas y las finlandesas, mientras que entre los varones es de 79,5 años. Las españolas tienen la menor mortalidad por cáncer de pecho pero el informe revela que nuestro país, con un 23,9 % de fumadores, está por encima de la media. En cuanto al alcohol, los mayores de 15 años consumen una cantidad equivalente a la media en la Unión.
La tasa de obesidad fue del 16,6 por ciento en 2012, en línea con la media europea, en una horquilla que va de Rumanía a las mayores, en el Reino Unido y Hungría. España dedicó ese año el 9,3 de su Producto Interior Bruto (PIB) a sanidad, bastante por debajo de Holanda, Francia, Alemania, Austria o Dinamarca. Con 3 camas por cada 1.000 habitantes, nos situamos en la parte baja en este indicador, solo por encima de Irlanda, Reino Unido y Suecia y lejos de la media de 5,2 camas. Por otra parte,  el consumo de nuevas drogas aquí aumentó del 5 por ciento en 2011 al 13 por ciento en 2013. Somos el país de la Unión donde más se ha incrementado el consumo de nuevas drogas entre jóvenes de 15 a 24 años, lo cual no resulta muy recomendable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario