martes, 30 de septiembre de 2014

La apuesta a un mundo diferente

Eduardo Sanguinetti, Mar del Plata, Argentina
 
Las guerras a repetición a las que la humanidad asiste en silencio y resignación, pareciera son la norma en los modos de relación de las naciones. La inestabilidad política y social del mundo actual, provocada o ¿casual?: bombardeos a Irak, Siria, guerra en Franja de Gaza, guerra en Ucrania, tensiones entre el imperialismo americano y el mundo… La guerra sin fin contra el “terrorismo” llevada por el gobierno americano provoca conflictos mayores en un futuro que puede ser mañana (1014-2014, el norte sigue siendo Jerusalén).
Los modos de producción y de consumo capitalistas neoliberales provocan una crisis ecológica multiforme, que no deja de afectar a ninguno de los sectores vitales para la humanidad, no lo ignoran los gobernantes de las naciones que dicen administrar, sin embargo se continúa avanzando en el proceso de destrucción y degradación.
El capitalismo, más que nunca en estos comienzos del siglo XXI, muestra por su brutalidad, su potencial destructivo y sus estratégicas alianzas a espaldas de los pueblos, la necesidad de una ruptura y de la reinvención de un socialismo emancipador.
Una democracia real y profunda implica la puesta en cuestión de la propiedad capitalista, no olvidemos en términos de orden natural que en la naturaleza no existe la propiedad privada.
Lejos de combinarse armoniosamente, la economía de mercado y la democracia forman buena pareja: China, Rusia y USA ponen de relieve un pliegue de espectáculos donde las políticas económicas y las corporaciones mafiosas, tanto religiosas, políticas y económicas, se asociaron globalizando el libre mercado y la explotación de la humanidad, con el agravante de que esta se encuentra sometida a tendencias de consumo extremo, en absoluto estado de esclavitud a las mismas, temerosas de accionar haciendo valer sus derechos inalienables de ser habitantes de este planeta, en manos de unos pocos.
La perspectiva socialista, es decir la esperanza de un mundo diferente al capitalismo, hay que reconstruirla, pues no sale indemne de las experiencias del siglo XX.
A través de las resistencias y las luchas, se trata de reinventar el socialismo del siglo XXI. Es por ello que nos parece completamente imperativo desarrollar frente a los grandes problemas movimientos de masas unitarios, luchas de resistencia coordinadas a escala internacional; dirigirse hacia una nueva internacional situacionista, anticapitalista, ecológica, antirracista, humanista; llevar a cabo campañas unitarias internacionales y participar en los marcos que permitan animarla, en paz y armonía.
Un movimiento social poderoso, un mayo del 68 francés que retomaría hoy sus principios, siendo más claro y contundente en sus fines. Que comenzaría por controlar la marcha de la economía y la erradicación definitiva del hambre, la miseria, la discriminación, la educación degradada manipulada en beneficio del imperio a través de medios de instrucción desfasados de la realidad que los educandos viven.
Las instituciones son elementos esenciales del mantenimiento del orden social y de la propiedad capitalista. En síntesis, no construir un movimiento de acondicionamiento, sino un movimiento de ruptura con el orden imperante de explotación y esclavitud, que la comunidad mundial soporta.
Un movimiento es para mí un reagrupamiento de militantes unidos alrededor de un programa común, como en Uruguay el Frente Amplio logró hacerlo hace décadas y con un resultado auspicioso en sus comienzos; no ignoro que no es fácil hacer valer derechos ante los amos del mundo, pero de todos modos, se debe dejar la vida en el empeño, en dignidad y libertad.
Un movimiento que actúe como instrumento, no como un fin en sí mismo. Una fuerza capaz de reflexionar para actuar.
Frente a una vida política centralizada por el Estado, tenemos necesidad de un movimiento socialista, de una fuerza para la transformación revolucionaria de la sociedad, que combine actividades nacionales y declinaciones locales.
Un movimiento que aparece claramente como rechazando oponerse a los planes del poder y de la patronal y encarnar un cambio de sociedad.
Sindicalistas, militantes asociativos, altermundialistas, jóvenes comprometidos en la acción, antiguos militantes de diferentes trayectorias, militantes de la diversidad, personas que llegan nuevas a la política y personas que retoman su actividad, intelectuales comprometidos con su tiempo, nutridos de coraje y de ánimos libertarios por la paz y la verdad.
Unidos alrededor de la necesidad de defender un plan de acción anticapitalista genocida imperial, integrando reivindicaciones sociales, ecologistas, antirracistas y solidarias podemos construir juntos un nuevo mundo, una nueva realidad. Es necesario y espero sea posible.

(Del diario La República, de Montevideo)
 

1 comentario:

  1. Una reflexión interesante que nos trae el escritor rioplatense, Eduardo Sanguinetti.
    Gracias Luis por compartir.
    blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

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