
Johannes Vermeer (Delft,
1632-1675) es uno de los pintores holandeses más reconocidos. En el siglo XVII
su país experimentó un gran florecimiento político, económico y cultural, con
la Reforma religiosa creció el espíritu de tolerancia. La obra completa de
Vermeer es muy reducida, solamente se conocen de 33 a 35 cuadros. Sus primeras obras fueron históricas pero
alcanzó la posteridad con su pintura costumbrista, sus cuadros más populares
son Vista de Delft y La joven de la perla.
Murió a los 43, dejó deudas a su mujer y sus once hijos. Olvidado durante dos
siglos, a partir de mediados del siglo XIX tuvo un amplio reconocimiento y
actualmente está considerado uno de los más grandes pintores de los Países Bajos
por el uso y tratamiento de la luz. En el periódico El Mundo del 13 de abril de 2013 José María Robles hablaba del filósofo Todorov y de su libro Elogio de lo cotidiano. Este gran intelectual señala que “la pintura actual no es una catástrofe, pero sí una cosa distinta”. Destaca el papel de pioneros como Rembrandt y Vermeer que aportaron gente común, paisajes y naturalezas muertas para sustituir al exceso de pintura religiosa y mitológica. Dalí estaba obsesionado con “La encajera”, de Vermeer, y decía que en ese cuadro “todo converge exactamente hacia una aguja que no se halla dibujada, pero sí perfectamente sugerida. Ese cuadro está impregnado de una fuerza estética de lo más violenta.”

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Pero, ¿por qué allí? ¿por qué se precipita lo que Hegel llamó "fusión total de la pintura con lo profano y lo cotidiano"? ¿De qué cambios más profundos en la sociedad europea fue reflejo? Todorov explica semejante cambio de mentalidad apoyándose en la pujanza de Holanda como potencia comercial, en la expansión de la cultura de la tolerancia en la sociedad del momento, la mayor implicación de la mujer en la gestión doméstica y la influencia del credo calvinista.
(Ilustraciones: La encajera de bolillos, La chica de la perla, El geógrafo, Vista de Delft, El arte de la pintura)

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