domingo, 3 de julio de 2016

Los gobernantes desprecian la cultura porque son títeres del mercado (José Pedro Carrión, actor)


Por Emilio Martínez

 

 

 
 
Es uno de los grandes/grandes de la escena española en el último medio siglo, durante el cual ha protagonizado un sinfín de obras de todo tipo siempre a la perfección con su capacidad gestual, mímica y con esa voz inigualable que te cala hasta las entrañas. Además, José Pedro Carrión, que adorna su hoja de servicios a la Cultura -con mayúsculas- con innumerables galardones, entre ellos el Premio Nacional de Teatro, lleva dentro un filósofo, un profundo pensador de la vida al que le duelen muchas cosas de este país, como relata en esta entrevista. Eso sí, ha decidido bajarse de los escenarios para enfocar, desde su próximo retiro en Lanzarote, su aportación al arte de Talía en otras dimensiones, fundamentalmente con los niños. De modo que quien quiera disfrutarlo debe aprovechar la última oportunidad: su nueva gira con 'Páncreas', que va a significar algo así como su despedida.


- ¿Alguna vez se ocuparán los gobernantes de la Cultura -con mayúsculas, como te gusta- en general y del teatro en particular?

- Jamás lo harán, mientras sean títeres al servicio de los hilos enmarañados del mercado. La razón es fácil de comprender. Es preferible desarrollar la ignorancia supina y la opinión generalizada frente al criterio personal, que es un ejercicio de libertad y amenaza la seguridad establecida.

- ¿Y de algo tan básico como la educación?

- Son mentirosos por naturaleza y por oficio nuestros representantes políticos. Los mal educados favorecen la mala educación. Nosotros les elegimos y es mejor no olvidarlo. Hemos empezado el milenio con una mala inversión: seguridad por encima de libertad. El conocimiento nos hace más libres. Por el momento queda un tiempo largo, para soportarlo malamente, colaborando en lo queda de democracia, adormeciendo la conciencia individual y colectiva y alimentando nuestra propia idiotez. Creo en un Teatro, cada día más necesario, como valor y herencia de la humanidad, que haga responsable al ciudadano del crimen del que se queja. Vamos perdiendo la revolución de los derechos y creo que es urgentísima una revolución de nuestros deberes, como personas y ciudadanos, frente a la estupidez de la especie. Mi oficio enseña que nunca se acaba de aprender. Ni en el teatro ni en la vida. Quiero educarme día a día, practicando un magnífico antídoto: la ternura.

- O sea que los políticos son malos actores, ¿no?

- Son tan malos que utilizan el teatro fuera de sitio. Veo 'tablas', manipulando el Teatro y vuelvo a sentir indignación. Y esa indignación me lleva a votar contra un gran engañador y sus indignos lameculos.

- ¿Qué te parece que se hayan tenido que repetir las elecciones por falta de acuerdo? ¿Votaste el 20-D y ahora el 26-J?

- ¡Voté, ¡claro que sí! Lamentablemente, insisto, en contra. Y lamentablemente cada cuatro años, cuando podría hacerlo, día a día. Sería un mejor uso del móvil. Una aplicación para implicar al ciudadano en el Parlamento. Y espero que esta vez no haya dejación de funciones, vergonzosa y consentida. El teatro te enseña a discutir, es básico. Y es esencial llegar al acuerdo. Incluso estar de acuerdo en no estar de acuerdo. La palabra viene del latín: corazón. Sin corazón, no hay vida para los seres humanos. De nuevo, la ternura... contra la imbecilidad. Sin pelea no hay cambio.

- ¿Cómo un enamorado y profesional de la palabras valora que la sociedad actual cada vez apueste más por la imagen y lo inmediato en detrimento de la lectura y la reflexión?

- Lo valoro negativamente, claro. Es cierto que es así nuestra sociedad actual, sí, pero los que vienen, genéticamente llegan mucho más desarrollados y algunos de ellos, como siempre en nuestra Historia, encontraran un camino más humano y más justo. Más amable...

(De www.diariocritico.com)

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