Ocupados como estamos en una
serie de problemas tales como el paro, el desempleo, la oferta de empleo
precario, la bajada de sueldos, los recortes que surgen por todas partes, o
sea, en cuestiones del día al día, parece que nadie quiere prestar atención a
otro problema tan serio como es la amenaza que se cierne sobre la humanidad y
también sobre los demás seres vivos del
globo. Está en peligro nuestra supervivencia, debido, tanto a la acción depredadora de la mayoría
de las personas que habitan en este mundo, como a los negocios espurios de gobiernos, de políticos, o de empresas
multinacionales a los que interesa más
el poder o el dinero que salvar este planeta y asegurar su futuro.

Ya está bien de mirar hacia otro
lado, de que se siga considerando a hombres, mujeres y niños como mercancía con
la que se puede negociar, vender, o
esclavizar. Reprobemos tanta permisividad en el tráfico de drogas o de armas,
en que siga habiendo impunidad para aquellas naciones que abusan de su poder y
han cometido crímenes de lesa humanidad, que se burlan de la justicia
internacional y que pisotean los
derechos humanos. Todos no podemos ser tan insensatos ni convertirnos en
cómplices, no sólo de tanta perversidad existente, sino de la desaparición de
una vida digna en la Tierra.
Quiero concluir este comentario
dedicándole unas palabras elogiosas al
que fuera presidente del gobierno de España, Adolfo Suárez, en la difícil época
de la transición desde la dictadura, a la que él mismo perteneció, a la
democracia. Es lástima que su esfuerzo se haya visto deteriorado por el
comportamiento de otros políticos que
vivieron después, no tan eficaces ni dedicados plenamente a su país. Por
cierto, algunos de ellos ha salido en los medios informativos para alabarle,
aunque fueron los responsables de que Suárez tuviera que dejar el gobierno y la
política. Es el clásico cinismo e hipocresía de determinados personajes de la
actual España, que se han cargado nuestra democracia y recortado casi todos
nuestros derechos.
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